Comenzó el año y el circo electoral. En simultáneo, una batería de aumentos tarifarios que también llevaron a aumentos en los productos de primera necesidad. Y como si esto fuera poco, un incremento de cierres de pequeñas y medianas empresas que están produciendo un impacto en la desocupación. Ni que hablar de las inundaciones y sus inmediatas consecuencias cuando baje el agua. También están atacando el salario.
La clase dominante hace política y -a la vez- ejecuta medidas económicas contra el pueblo. Tienen muchas décadas haciendo esa experiencia y nunca olvidaron hacer la política.
En el hoy, en lo inmediato la burguesía monopolista expresada en los partidos políticos de mayor peso, (oficialismo, oposición…) hacen silencio profundo sobre las cuestiones más sentidas que afectan a 40 millones de argentinos. Pasan por alto el apriete, y sus políticas giran en torno al voto, a llegar a octubre con la “paz de los cementerios”. Eso es hacer política de una clase, la clase que es dueña del Estado.
El gran debate a entablar en las entrañas del pueblo es la política independiente de las mayorías explotadas y oprimidas. Hay dos clases enfrentadas y la burguesía monopolista apuesta a la democracia representativa, pone todos sus esfuerzos en las elecciones de octubre con un fin fundamental que es achatar el salario y favorecer medidas desde su Estado, que faciliten el proceso de concentración acelerado que se está viviendo. Por otro lado, la clase obrera y el pueblo que no podemos ni debemos esperar nueve meses “para ver si las cosas mejoran”. Para ello hay que hacer políticas y acciones que lleven a que este gobierno y el que venga estén condicionados por la movilización en el sentido más amplio.
Cuando hablamos de hacer política es hacer que la gobernabilidad de los representantes de los monopolios en el gobierno y en la oposición parlamentarista se les transforme en un infierno. Y para ello, la resistencia, la conquista y la organización por abajo conforman la política independiente.
No dejarlos gobernar, ganar la calle, fijarlos al terreno en donde somos la aplastante mayoría. Organizar la protesta elevando el planteo político y explicar la idea de condicionarlos con la movilización más amplia y unitaria posible.
Por abajo es el punto más fuerte por donde golpearlos. Pero a la vez, en el abajo, las fuerzas reformistas y populistas quieren frenar la movilización para calmar las aguas hacia octubre y cuando la movilización no se puede frenar la quieren sujetar con el economicismo.
¿Qué quiere decir economicismo hoy? Qué si no “te puedo frenar la movilización” te la voy a limitar a una conquista económica. De ninguna manera vas a elevar tu lucha económica al cuestionamiento político de las instituciones del Estado de los monopolios.
Nos dicen: “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”. Les respondemos: la política independiente de la clase obrera –justamente- apunta a elevar el nivel político de la clase para elevar el contenido de la lucha entablada. Es allí en donde se fortalece el condicionamiento a las políticas de la burguesía monopolista.
Estas políticas independientes no pueden ser ocultadas, tienen que expresarse en asambleas de fábricas, en barrios, escuelas, hospitales. Hay que elevar el contenido de esa lucha focalizada del reclamo concreto, hablando de por qué se suceden estos fenómenos constantes que nos llevan a una vida indigna.
Al economicismo, reaccionario por donde se lo mire, hay que combatirlo en cada trinchera que se presente. Hoy en día, este economicismo va por el voto, intenta usar a la clase obrera y al pueblo con ese objetivo, está muy lejos de ellos lograr la conquista, si con ella sus políticas electorales quedan dañadas.
La burguesía hace política y hace todo en función de ello, unifican su defensa al sistema y unifican la llegada a las elecciones de octubre. Las políticas independientes, aún en las más pequeñas luchas o movilizaciones, no pueden estar sujetas a las elecciones. Por el contrario, hoy las necesidades son muy fuertes y es en ese hoy que los tenemos que condicionar.
Estas políticas nos llevan a organizaciones independientes, que sin abandonar el reclamo concreto, adoptan también metodologías independientes.
Es desde estas experiencias políticas que la unidad del pueblo –objetivamente- es muy amplia, y va mucho más allá del hoy. Elevar ese nivel político de movilización perite unir, confiar en las propias fuerzas nacidas desde abajo. Todo lo contrario al que propone el voto como política cotidiana.
No dejar gobernar a este gobierno de los monopolios y con ello, condicionar al que venga, es la política independiente que permite seguir acumulando fuerzas en todos los órdenes, en el camino de la lucha por el poder.
Desde esta idea política se los puede frenar, se los puede condicionar y -a la vez- nos permite cimentar experiencia política independiente e ir encontrando los caminos más cortos de unidad política de todo el pueblo.