La presión, las múltiples luchas de los obreros metalúrgicos en fábricas y talleres a lo largo y ancho del país, hicieron que los dirigentes de la UOM reclamaran una “ayuda” económica hasta las próximas discusiones paritarias.
Este sector, uno de los que reciben salarios más bajos, se suma así a millones de trabajadores que vienen reclamando más dinero y mejores condiciones de trabajo, ¡ya!
El famoso “pacto social” no sólo fue derrotado en los hechos por la movilización de los trabajadores sino que ahora, la burguesía, el gobierno y los sindicatos ni siquiera hablan más del mismo.
Lo sucedido al final del 2010 siguió y profundizó lo ocurrido durante todo el año: por un lado, los trabajadores y el pueblo en general en un ascenso sostenido de las luchas, en la vereda de enfrente, la burguesía monopolista, sus representaciones políticas y su gobierno, sumidos en una crisis política en la que se hunden más y más.
La impotencia, la falta de iniciativas que les permita respirar un poco y el acorralamiento al que lo somete la acción del pueblo, hace que el gobierno de “los derechos humanos” recurra al engendro de la represión.
Pero esta dualidad contradictoria lo muestra como aquellos boxeadores que antes del combate muestran los dientes, insultan, sacan pecho y fanfarronean pretendiendo amedrentar a su contrincante. Pero una vez en el ring, muestran debilidad de flancos y mandíbula, piernas y brazos flácidos, y se aferran desesperados a una sola actitud de disparar golpes a tontas y a locas para colocar uno, en forma provindencial, que pegue en un punto vital y haga caer a su oponente.
Pobre y desesperanzada situación que lleva a sus apostadores a la pérdida de esperanza y a contar los minutos para que la pelea termine.
Este es el reflejo del resultado de criminalizar las luchas y reclamos populares llevada adelante por la flamante ministra Garré. No sólo cosechó el repudio generalizado, hasta de sectores de la propia burguesía, incluidas disputas y rompimientos en el poder judicial, sino que pone a todo el pueblo en situación de delito, como el caso de los trabajadores que cortan el ingreso a una fábrica, los jubilados que cortan la calle porque no les pagan, los vecinos que prenden fuego en las esquinas porque les cortaron la luz, los indigentes que piden por falta de viviendas y condiciones elementales de vida y cortan los accesos a casinos, los tercerizados que cortan vías porque el gobierno no cumplen con sus promesas, los representantes de los pueblos originarios que ocupan espacios públicos reclamando que nos los echen de sus tierras ancestrales, etc.
El curso de la lucha de clases hace cada vez más clara la división social: del lado de la ley (burguesa), los monopolios, el gobierno de Cristina y todos sus cómplices, tratando de mantener sus privilegios y ganancias a costa de la vida del resto. Del otro lado, fuera de la ley (burguesa), millones de argentinos, la mayoría absoluta del pueblo, luchando en forma creciente, uniendo voluntades y avanzando en la conquista de mejores condiciones de vida, creando la nueva legalidad popular con base en la satisfacción de las necesidades y aspiraciones con las que soñamos.