Mientras en Salta arrecia la lucha de la comunidad educativa y se muestra masiva, poniendo negro sobre blanco cuáles son los intereses emanados de las necesidades de nuestro pueblo, la patética campaña electoral, se adueña del espacio de todos los medios masivos, de la mano de los dos candidatos más relevantes quienes niegan no sólo esa lucha de intereses que es lucha de clases, sino también las contradicciones inherentes al propio funcionamiento del sistema capitalista, al cual intentan defender desde ambas trincheras.
La realidad de las luchas no la pueden negar, entonces la tapan. La realidad de la crisis estructural del sistema, tampoco, y allí se encierran en sus contradicciones insalvables. Pero esto demuestra que lo que los mueve a desaciertos, y a afirmaciones que luego desmienten con otras en sentido opuesto, es la presión de lo que socialmente no pueden controlar.
Los medios masivos inundan con su pestilencia electoral, haciendo el juego, mientras todo el arco político, desde izquierda a derecha, transita el camino que consideran el más importante, la lucha por los cargos estratégicos desde los cuales defienden al sistema a cambio de jugosos ingresos entre honorarios y “comisiones” por pellizcar y/o sostener personalmente parte de los negocios de la burguesía monopolista y el sistema de producción basado en el trabajo asalariado, es decir, por el proceso de expropiación cada vez más profundo a la clase obrera y al pueblo.
Entre los más notorios competidores por esos cargos surgen claramente el presidente Macri y la expresidenta Cristina Kirchner. Ambos cambian roles al ritmo que les impone la lucha de clases. El último ejemplo lo ha dado Cristina Kirchner en su intervención reciente en donde quiso acentuar la incapacidad de compra del pueblo denunciando que las “primeras marcas” habían cedido espacio en las góndolas de supermercados a las segundas marcas a las que llamó “pindonga y cuchuflito”.
Esgrimiendo lo que, sin duda, consideró una inteligente crítica al actual gobierno, vociferó que “esto (el gobierno de Macri) no es capitalismo”. Lo cual significa, por oposición, que capitalismo es la existencia de las marcas identificadas con los monopolios más poderosos ocupando la totalidad de los espacios en las góndolas.
Allí desbarrancó, a través de su voz, la supuesta brillante idea. Oscuro camino el que deben transitar los candidatos que compiten para mostrar quién es más capitalista.
El intercambio de roles en lo discursivo ya no sorprende a nadie. Por el contrario, se ha naturalizado como parte de la política burguesa, provocando el asco de los sectores populares.
Es que el sistema capitalista en su fase imperialista no tiene salida, pues transita su crisis crónica y terminal. Si, en lo discursivo, se quiere defender el ingreso popular hay que emprenderla contra la concentración monopolista; si se quiere defender la inversión monopolista hay que emprenderla contra la clase obrera y el pueblo. Si se quiere ir contra la concentración de la producción hay que reivindicar a la pequeña empresa y la libre competencia (la cual ya no existe); si se quiere ir por el avance de las nuevas tecnologías y la baja de costos, se debe ir a favor de la concentración y el cierre de las pequeñas empresas que no son competitivas. Si se quiere lograr simpatía de los sectores populares hay que alentar la protesta, hablar en contra de la pobreza y a favor de las libertades públicas; si se quiere atraer la atención de los dueños del poder para asegurarse los cargos, se debe ir a favor de la flexibilización laboral, el manoteo a las cajas de jubilaciones, la reducción del gasto social y la represión y sometimiento al pueblo.
Tal es la situación del sistema que, además de sus propias contradicciones insalvables, es empujado permanentemente por las luchas de los sectores populares, entre los que actualmente destaca la de la comunidad educativa salteña.
El capitalismo no tiene arreglo y, sin dudas, el sendero que transitarán la clase obrera y el pueblo con el influjo de las ideas revolucionarias inoculadas por nuestro Partido y la vanguardia revolucionaria, es el de la lucha, la organización local y nacional de una fuerza que desemboque en la toma del poder.
La lucha de clases no da respiro y la crisis terminal del capitalismo en nuestro país no tiene arreglo de ningún tipo. Por el contrario, seguirá profundizándose, a pesar de los discursos mentirosos, contradictorios y patéticos de todos quienes disputan los cargos de gobierno con intención de sostener el sistema y sus privilegios burgueses.