Sobre la unidad para enfrentar a la burguesía
Las definiciones políticas que los partidos llevan a las masas pueden influir más o menos en sus conductas de acuerdo a la inserción que aquellos tengan sobre éstas.
Pero lo que, en suma, determina el curso de la disputa en una sociedad dividida en clases como la nuestra, es la conducta de esas clases.
Por lo anterior, es imprescindible para los revolucionarios y para todo el arco social que lucha contra el sistema capitalista y contra todas las aristas que el mismo genera produciendo daños a las mayorías populares que viven carentes de todo medio de subsistencia y que solo cuentan con su fuerza de trabajo que deben poner al servicio de la acumulación burguesa de la ganancia, entender esta cuestión es fundamental para la organización de la lucha de clases por la liberación de proletarios y pueblo todo.
La unidad así entendida cobra cuerpo de clase lo que, de otra forma, aparece como una aspiración de buenas intenciones en el mejor de los casos, pero inútil para la contienda social.
Construir en la base de la clase obrera la organización revolucionaria, influir en ella, desde lo pequeño a lo grande, mediante el ejercicio de la acción, el enfrentamiento, su relación con el resto del pueblo, la puesta en práctica de la democracia directa como fruto de la propia actividad de masas y la defensa y el impulso de ésta como superadora de los cánones impuestos por el capitalismo moribundo, implica ir construyendo el camino de la unidad de clases y, a la vez, nos facilita el impulso y construcción de las organizaciones políticas de masas en el seno del pueblo.
La influencia política así se transforma en fuerza material de clase con una orientación revolucionaria y el problema de la unidad cobra una dimensión totalmente diferente. Pasa de ser una aspiración a una necesidad absoluta para lograr los objetivos que se presentan a cada paso que el enfrentamiento con la burguesía nos impone.
El concepto de la masividad está firmemente ligado a esta cuestión.
Desde la clase obrera, desde la raíz del proletariado industrial, la unidad es necesaria y posible a fin de forjar una fuerza superior a la del propio proletariado para combatir a la burguesía. Y esa fuerza que es la materialización de la unidad entre la clase obrera y el pueblo oprimido, no sólo tiene el objetivo del enfrentamiento y la aspiración de victoria contra la burguesía, sino también la de la construcción de la nueva sociedad sin ella en el poder. Porque, así como los sectores populares requieren del proletariado para sumarse a un proyecto que sin los conductores de los medios de producción sería imposible emprender, éstos, los proletarios, no podrían vencer solos a la burguesía y, menos, instalar el Estado revolucionario y construir el socialismo.
El sentido de la independencia política que debemos sostener va emparentado indisolublemente a la unidad en la práctica, cimiento imprescindible sobre el que se yergue todo tipo de acuerdo que deba tejerse entre distintas organizaciones del campo popular.
Como ocurre con el camino revolucionario, este proceso de unidad parece largo y tedioso, pero quien crea que va a encontrar algo buscando en un terreno en donde no existe ese objeto, aunque sea en apariencia más fácil de recorrer que la geografía en donde sí se encuentra el objeto deseado, va derecho al fracaso.