Desde el año 2000 la empesa Klaukol, controlada por la multinacional Sika de capitales con origen en Suiza, está instalada en la localidad de Virrey del Pino, Partido de La Matanza, pegada al barrio Las Mercedes.
La empresa utiliza pesticidas y fungicidas como el glifosato. La de Virrey del Pino es la planta más importante del grupo en Latinoamérica y funciona las 24 horas. Los vecinos autoconvocados que vienen denunciando y luchando contra esta multinacional afirman que el nivel de contaminación que produce la fábrica es de grado 3. Más de cien vecinos y vecinas del barrio (sí leyó bien, 100) han muerto por enfermedades como el cáncer. Casi no hay trabajadores jubilados de la empresa, dado que los que se jubilaron también fueron muriendo.
La población afectada denuncia que ni el gobierno nacional (el actual y el anterior) ni el provincial, ni el municipal han hecho lo mínimo por solucionar el problema. Lo mismo pasa con la “justicia” y con los medios de comunicación. Todos siguen el libreto que Klaukol escribe y, más todavía, son beneficiarios de los suculentos desembolsos que la empresa realiza para pagar el silencio y la complicidad. Y a los periodistas de medios alternativos que sí informan la verdad, como sucedió con Andrés Masotto de Radio Presente, la empresa lo amenazó con iniciar acciones judiciales.
Muchas son las formas de protesta y de denuncia que se han realizado. Desde acampes en la puerta de la fábrica como festivales de música. A pesar del ocultamiento los vecinos y vecinas de Las Mercedes siguen luchando y reclamando la mudanza de la fábrica. Teniendo claro, como lo afirmó una vecina, que “no hay justicia para el pobre” llevan adelante su lucha con dignidad y entereza ejemplares, por lo que es sumamente necesario e importante ayudar a que el conflicto se conozca y difunda para quebrar el silencio que quiere imponer la burguesía monopolista con sus instituciones, sus políticos y sus medios.
Que Klaukol mata no cabe duda alguna. Lo que es lo mismo que decir que el capitalismo y su desprecio por el ser humano mata. Así sucedió ayer en las obras del aeropuerto de Ezeiza donde una vez más mueren trabajadores por la desidia y el afán de negocios y ganancias del capital.
Así se confirma que este sistema lleva en su esencia la podredumbre de ser un modo de producción que se sostiene gracias a la explotación del ser humano, trayendo como consecuencia enfermedades y muertes que para la burguesía son sólo números.
Y es claro que los únicos números que le interesan a la clase dominante son los de sus ganancias y fortunas.