Nuestros hermanos bolivianos debaten hoy en las calles la posibilidad de decidir su destino en una lucha que rechaza toda imposición que rompa con las libertades políticas del pueblo, donde se ha desatado una represión que se dispone a sangre y fuego a frenar la tenaz lucha de la clase obrera y el pueblo boliviano, que al igual que el hermano pueblo chileno han sacado a relucir toda su bravura y ansias de una vida digna.
Los pueblos están hartos de ser convidados de piedra mientras las clases dominantes intentan llevar adelantes sus disputas por los grandes negociados, basados en la mentira, la división de los pueblos bajo ilusorias disputas, y cuando no pueden, recurren al poder de las armas y sus ejércitos.
Pero el fondo real de sus conductas tiene un denominador común: gobernar para los grandes monopolios. Y cuando no lo pueden hacer desde las guerras comerciales lo hacen utilizando las armas contra los pueblos, que a su vez no se dejan engañar y van por sus dignas aspiraciones de libertad política.
Pero es necesario desmenuzar algunas cuestiones que explican la furia de la burguesía y que van en consonancia con lo que disputan las potencias imperialistas en Bolivia hoy, donde según quien controle el gobierno controla o garantiza los negocios.
Detrás de los serios y graves sucesos en nuestro hermano país boliviano, está la disputa mundial de los grandes monopolios y potencias por el Litio. La misma es tan grande que no solo ya no se puede tapar sino que nos corre a un nuevo conflicto (aparentemente) como lo llaman los imperialistas, de baja intensidad, para pasar a ser una parte más de la confrontación mundial interimperialista entre Estados Unidos y China. Al igual que está sucediendo en otras partes del mundo, donde el jamón del sándwich – como siempre- terminamos siendo los pueblos.
Aquí no hay detrás de escena. La confrontación intermonopolista por el litio no es de ahora, viene de lejos. La fabricación de automóviles (icono del capitalismo si los hay) en el mundo viene a producir un gran vuelco, producto de la incorporación de motores eléctricos a baterías, cuya materia prima esencial es el litio. Este cambio reemplazaría el uso de la nafta, con la “novedad” -como ya es mundialmente conocido- que las principales reservas de litio en el mundo están en Bolivia, seguida por Argentina y Chile.
Históricamente la explotación minera en Bolivia es una de sus principales riquezas, como también es cierto que la casi totalidad de tales explotaciones están y/o estaban en manos de empresas extranjeras. Donde, por ejemplo, empresas como Glencore, Indal Steel, Pan American Energy y Sout American Silver poseían contratos desde antes que asuma Evo Morales. Así explotaban estaño, plata y más recientemente “tierras raras” (un mineral para la producción de televisores pantalla plana). Fundamentalmente por este mineral Sout American comenzó a extender territorialmente su explotación y el gobierno de Morales -por decreto- anuló el contrato donde simultáneamente las zonas de explotación estaban habitadas por pueblos indígenas que se oponían por considerarlas tierras sagradas. Hubo juicios internacionales, montos a pagar y pretextos varios.
Pero la gran vaca sagrada paso a ser el litio. El gobierno de Morales constituyó una compañía estatal YLB (Yacimientos Litio Boliviano) y terminó asociándose a China para producir carbono de litio. Donde se construyó una planta con una capacidad de objetivos de 15.000 toneladas anuales, cuyo destino sería China. Así TBEA GRUP y China Machinery Enginee Ring asociadas con YLB de Bolivia pasarían a constituirse en los principales productores de carbono de litio del mundo, máxime si se considera que el 70% del litio del planeta se encuentra en el salar de Uyuni.
Así Tesla de Estados Unidos, Pure Ener y Minerals de Canadá perdieron la posibilidad del negocio. Son empresas que explotan el litio en Chile y en nuestro país. Que dicho sea de paso con la caída de Morales se dispararon las acciones de Tesla en el mundo.
Pero lo que son las paradojas de la lucha de clases… Esta crisis se precipita en un momento histórico donde los pueblos del mundo en general y en América Latina en particular están entrando en un alza de luchas que recién comienza. Con toda una serie de condimentos nuevos que demandan vivir mejor y sobre todo tener poder de decisión.
Tal contexto dado por Haití, Ecuador, Chile, coloca el conflicto de Bolivia como una cuestión inaceptable por parte de los pueblos de América, lo cual profundiza la crisis política de la burguesía que en una actitud desesperada por sus disputas económicas dan las mismas respuestas que en cualquier parte del mundo.
América Latina no es Europa, pero tampoco África o el Mediano o el Lejano Oriente. No somos ni más consientes o menos consientes, pero sí una cosa es segura: políticamente sepultamos el fascismo, derrotando dictaduras, y nunca pero nunca más las vamos a tolerar.
Que sepa el imperialismo que las tormentas en el horizonte no les traen buenos augurios. El enfrentamiento de los pueblos no se hace rogar ante la violencia de los de arriba.