Es un momento de bastante confusión, de dudas legítimas entre millones de compatriotas… Pero una pregunta que nos hacemos es: ¿Por qué tanto empeño en hacer hincapié exclusivamente en la cuarentena? ¿Cuál es el cálculo que hace la oligarquía financiera internacional en gran parte del mundo y en nuestro país?
Respondemos: la oligarquía financiera internacional hace un cálculo económico. Está incapacitada de ponerse de acuerdo en lo político. Su característica esencial -a la cual debemos agregar su crisis- no le permite la unidad política. Sólo alcanzan a rascar como prenda de unidad la utilización de la pandemia para intentar disciplinar a la clase obrera y los pueblos para desmovilizarlos y que paguen la crisis de la forma más fácil posible y con la menor resistencia que podrían lograr. Saben también que eso es una moneda en el aire. Pero ése es el método que aplican para lograr un objetivo que sólo les interesa a los grandes jugadores: el sostenimiento de la tasa de ganancia que en épocas de crisis sólo se logra mediante un período de destrucción masiva de fuerzas productivas. Limpieza de la escoria del mercado que molesta y nueva concentración y centralización de capitales mundiales. Esta vez, más que las que se destruyeron durante la crisis del 1929.
La propia cuarentena es la destrucción de las fuerzas productivas. Si no, no se explicaría la cuarentena. ¿Qué quiere lograr con la cuarentena la oligarquía financiera internacional? Ellos la enmascaran con “la salud de los pueblos”. Nosotros no creemos tal cosa. No les interesa nuestra salud, cuidarían el posible colapso de los sistemas de salud que les ocasionarían problemas políticos y sociales muy peligrosos, pero siempre subordinado al sostenimiento de sus negocios. Ahora, ¿es que pueden seguir haciendo sus negocios con la cuarentena? Sí, de hecho, la producción fundamental, la de bienes de capital y bienes de consumo se sigue haciendo aunque eso es lo que les genera grandes problemas de índole político y social porque se advierte y queda evidenciada su hipocresía, al llamarnos a respetar la cuarentena mientras ingresan todos los días más de 3.000 trabajadores todos juntos a Siderar y los 18 puertos de la zona de Rosario trabajan con barcos que provienen de todo el mundo y van a distintos puertos llevando mercaderías y corona virus; el petróleo y los minerales se siguen extrayendo, y así otras ramas productivas que les interesa seguir activando. Mientras, los bancos y grupos financieros se desprenden de bonos, papeles de deuda, aconsejan reducir sus expectativas de cobranza tal como lo aconseja el FMI o, por el contrario, compran bonos basuras especulando con que los mismos podrán ser revaluados al momento de exigir su rembolso. El mundo es una gran ruleta, una perinola en la que todos juegan, pero nadie pone, con excepción de los pueblos.
Pero mientras esta producción, la que necesitan, se sigue haciendo, van destruyendo silenciosamente las fuerzas productivas que consideran innecesarias o las que están destinadas a morir por incapacidad, porque engrosan los gastos sociales, porque ya son perimidas para los nuevos procesos de producción, etc. Y, además, ensayan algunas formas nuevas de producción en algunos sectores de la economía, tal como home office, educación a distancia y otras que pretenden generalizar, ahorrándose así costos innecesarios para ellos, utilizando la superexplotación de mano de obra sin horarios, reducción de gastos y con tiempos extras gratis. Una vuelta de tuerca que exprime la fuerza de trabajo y así, una mayor alienación.
Millones de trabajadores informales verán reducir en enorme forma sus ingresos o quedarán sin trabajo. Los obreros y trabajadores de las industrias monopólicas que queden en pie y sean beneficiadas por la nueva vuelta de tuerca en la concentración verán reducidos sus ingresos por efectos de toda esta crisis y por el crecimiento del ejército de desocupados que generará la propia cuarentena con el previsible quiebre masivo de pequeñas y medianas empresas, negocios, ocupaciones profesionales y cuentapropistas, trabajadores informales, etc.
La cuarentena es la vía para la destrucción de las fuerzas productivas que necesitan efectuar. Cuando la burguesía deja de producir no es por decisión propia. Ésa es una alternativa inexistente en la mente de un burgués, salvo una necesidad material superior. Es sólo por esa necesidad que pueden dejar de producir. Pero en la fase del imperialismo, las necesidades que cuentan no son las de toda la burguesía sino las de la burguesía monopolista que maneja ciertos resortes de la producción, el comercio y las finanzas. Este sector, como sabemos, somete a toda la producción mundial y tiene en sus manos la totalidad del capital e impone al resto sus designios.
Por eso debemos dar importancia fundamental al esclarecimiento sobre el tema de las condiciones de trabajo y los ingresos de los trabajadores (salarios) y pueblo en general. Allí está el punto en que la burguesía monopolista -del mundo y de nuestro país- está poniendo todos sus esfuerzos, porque en él se apoya el sostenimiento de la cuota de ganancia. Ése es el objetivo y para eso aceita el tema del avance de las fuerzas represivas y la idea que “ahora” el Estado sí está “presente”.
Son millones de seres desprotegidos y de obreros y trabajadores en general quienes sufriremos rápidamente una salvaje disminución en nuestras condiciones de vida. Tenemos que denunciar la cuarentena tal y como se está dando (cuarentena que no es cuarentena, desenmascarando la hipocresía del gobierno) y que apunta en realidad a la destrucción de fuerzas productivas, disciplinar a los trabajadores y al pueblo para tal fin y prepara las condiciones para que las que queden en pie y las nuevas que se erijan sean más productivas que antes (mejores medios de producción, peores salarios y peores condiciones de vida).
Es por eso que la lucha por sostener los salarios y por mejorarlos, así como la defensa de los puestos de trabajo y las condiciones de vida (salud, educación, viviendas, tarifas, impuestos, no pago de la deuda, y todo tipo de libertades políticas y sociales), sumada a la denuncia de la prepotencia policial y al papel del Estado son los puntos centrales que hacen a la política que debemos impulsar. Sumado a la denuncia que estamos haciendo sobre el origen del problema que afrontamos: la crisis estructural del sistema.