La reciente decisión desde Washington de acusar al presidente Maduro de Venezuela y una serie de funcionarios de su gobierno de narcotraficantes y bajo tal pretexto desplegar todo un poderío militar sobre el Caribe, con las flotas más modernas capaces de lanzar misiles (las mismas que actuaron en la guerra con Siria) y todo un bagaje de aviones, tropas de elite y vaya uno a saber cuántas armas sofisticadas más, dejan de ser una simple bravuconada, para constituirse en una seria amenaza de invasión a Venezuela, por lo menos en su etapa preliminar. Esto pone en serio riesgo a una parte del Continente al empujarlo a verse envuelto en una guerra que -una vez iniciada- nadie puede determinar el desastre, dolor y sufrimientos que acarrearán al pueblo venezolano y a los países cercanos. Con implicancias impredecibles en un contexto de confrontación imperialista a nivel planetario.
De la construcción de pretextos, aunque sean de lo más infantiles, EE.UU. tiene sobrados antecedentes. Lo hizo con Noriega en la invasión de Panamá, lo hizo en Irak con los supuestos arsenales químicos de Sadam Husein, y así una larga lista en su historial. Pero si bien los contextos y escenarios no eran muy diferentes a los actuales, hoy la situación tiene dimensiones impredecibles. Donde el fondo de la cuestión es una nueva crisis cíclica del capitalismo en su etapa imperialista, con un estallido de crisis por súper producción y de una especulación financiera que voló por los aires (como afirmamos en reiterados artículos) crisis que va a manifestarse en una agudización de las disputas intermonopólicas y con ello –lógicamente- la intervención protagónica de los Estados Nación imperialistas defendiendo los intereses de un bando u otro de lo más concentrado de la oligarquía financiera global. El escenario será allí donde los más preciados recursos naturales de carácter estratégicos estén en disputa. Y el petróleo de Venezuela es un bocado muy preciado en una región donde particularmente E.E.U.U. presume que juega de local.
El momento que vive el planeta al que han sumergido en una pandemia mundial, donde los medios masivos de comunicación son imperialistas en su totalidad (por más que se les filtre alguna que otra verdad) e intenten tapar (sin subestimar el virus) las causas reales de la situación por las que debemos atravesar los pueblos del mundo, las aspiraciones y avaricias de los monopolios no descansan en sus afanes guerreristas para lograr dirimir sus disputas económicas.
Nuestro partido observa con tremenda preocupación las amenazas de guerra de parte de EE.UU. hacia Venezuela, porque están enmarcadas en la necesidad fundamental de hacer estallar una guerra que les permita quemar fuerzas productivas. Que como afirmáramos en varias de las últimas publicaciones, con la pandemia se inicia un proceso de destrucción de fuerzas productivas, pero que de ninguna manera es la única forma de destrucción. Los monopolios van a recurrir incluso a guerras de carácter locales o regionales con tal de lograr su cometido, matando millones de seres humanos y destruyendo lo que puedan encontrar a su paso. Estas medidas militares en la región por parte de una potencia imperialista ya no son solamente una bravuconada.
Es por estas razones que hoy la lucha por la paz en la región es una cuestión determinante, donde es impostergable que se respete la autodeterminación del pueblo venezolano, que los pueblos del continente nos expresemos por la paz como un acto revolucionario en el actual proceso de la lucha de clases. Es urgente que aislemos las aspiraciones guerreristas en la región de parte de cualquier sector del imperialismo.