Los medios masivos de comunicación de la región, tanto escritos, como televisivos y radiales, repiten a coro que “Los petroleros cerraron el acuerdo salarial”, y nosotros nos preguntamos, ¿fueron los petroleros los que hicieron el acuerdo?
Es evidente que los miles de trabajadores y trabajadoras del petróleo comprendidos en el acuerdo, no tuvieron ninguna injerencia ni en la negociación ni en la aceptación del mismo, nunca fueron consultados sobre que piensan de la situación, ni fueron convocados para debatir y decidir en conjunto, la mejor alternativa para superar la crisis.
Pereyra, Ávila y Arévalo, los burócratas sindicales que actuaron como representantes de los trabajadores, son en realidad, empresarios que hacen acuerdos con otros empresarios mas grandes, y actúan en consecuencia.
Son empresarios sindicales porque son propietarios de empresas, en forma directa o a través de testaferros, muchas de las cuales trabajan para las petroleras, o integran el directorio de empresas, o poseen acciones de empresas, o por todos esos motivos juntos. De lo cual es fácil inferir, que sus intereses son comunes con los de los monopolios o, lo que es lo mismo, contrarios a los de los trabajadores.
Si no supiéramos que sujetos como los mencionados no son mas que delincuentes comunes disfrazados de dirigentes de los trabajadores, podríamos pensar que cuando el ex sub secretario de trabajo de Sobisch, Guillermo Pereyra, declara que “con este acuerdo le sacamos agua a las piedras”, es porque discutieron a cara de perro con los representantes de la patronal para defender derechos que al movimiento obrero le llevó décadas de lucha conseguir.
Si bien hoy la situación es crítica, no se puede decir que sea nueva, las condiciones de trabajo en los yacimientos se vienen deteriorando desde hace por lo menos dos décadas, tanto en lo salarial como en los ritmos de trabajo y en el incumplimiento cada vez mayor de las normas de seguridad. A partir de 2010, cuando se comienza con la explotación mediante el fracking, el cuadro se fue agravando en forma ininterrumpida, a tal punto, que en poco menos de un año, ocho trabajadores murieron en sus puestos de trabajo en la cuenca neuquina, muertes evitables que fueron encubiertas por las empresas con la complicidad, o mejor dicho sociedad, del sindicato.
Este modelo sindical burocrático, autoritario y anti democrático, que permite que los dirigentes actúen con tanta impunidad, se basa en la acción de matones autodenominados delegados y de toda una red de alcahuetes y buchones, que habitan a diario en los lugares de trabajo, para detectar posibles rebeldes u opositores, los cuales son “apretados” o despedidos, manteniendo así, un clima de aparente adhesión a la línea política del sindicato.
El mal llamado acuerdo debe ser una llamada de atención para el conjunto de los petroleros, porque en las circunstancias actuales, tanto en Argentina como en el resto del mundo, es imposible que la actividad se recupere en el corto y mediano plazo, por lo que existe la probabilidad cierta, de que después del 31 de mayo, muchos de los que hoy están en sus casas comiencen a ser despedidos.
Para evitar que eso suceda, es necesario comenzar a auto organizarse desde ahora, de todas las formas posibles, personalmente los que están trabajando o por medio de las redes los que están en sus casas, para decidir el mejor camino a seguir, sin perder de vista que el enemigo formado por la triple alianza Estado-Empresas-Sindicatos, tiene un solo objetivo, mantener sus ganancias a costa de los trabajadores.
PRT Alto Valle / Facebook / 24 de abril de 2020