El camino a la revolución que permita a la clase obrera y al pueblo laborioso liberarse del oprobio de este sistema de explotación, miseria y condena a peores condiciones a futuro, está determinado por la lucha revolucionaria de masas.
Entre las masas, el proletariado cumple el papel central y dirigente ya que, en sus manos, su inteligencia y corazón anidan las posibilidades de la producción y reproducción de la vida social, pues es esta clase la que genera toda la riqueza social que abastece a las necesidades de la población y al fondo de reserva que todo pueblo debe tener para su desarrollo.
Otros sectores populares son necesarios e indispensables para constituir la fuerza capaz de derrotar la maquinaria estatal que sostiene a la burguesía monopolista en el poder, a partir de lo cual, la unidad entre el proletariado y el pueblo es una tarea esencial para lograr el objetivo.
La lucha revolucionaria de masas es una lucha de fuerza y conquista. Es una lucha de participación de masas en las deliberaciones, decisiones y ejecuciones de las tareas que lleven a las conquistas de una vida mejor y a hacerse del poder nacional para construir una sociedad socialista en donde todo lo producido vuelva en bienes, servicios y satisfacción de aspiraciones a todo el pueblo laborioso.
Este camino no se transita a través de la vía electoral en donde las grandes mayorías apoyan a determinados candidatos para que gobiernen en su nombre. La experiencia ha mostrado en reiteradas oportunidades que esta vía termina en traición a las expectativas populares. Frente al poder de los monopolios que imponen con su dinero la voluntad de continuar sus privilegios sosteniendo este sistema basado en la explotación, la apropiación de toda la riqueza y el trabajo asalariado de las mayorías para beneficio de una minoría, hay que oponer una fuerza de mayorías movilizada en el sentido amplio de la palabra. Pues sin esa fuerza, la voluntad de ellos se impone siempre. De hecho, las leyes que favorecen a los trabajadores y sectores populares no se cumplen y sólo se ejecutan las que convienen a los intereses de la burguesía monopolista.
Por eso esa vía es inútil y toda organización política que alimente esa quimera debe ser denunciada y combatida política e ideológicamente por los revolucionarios y todo sector consciente del engaño que hay detrás de esa propuesta.
La movilización, tal como expresamos, es acción revolucionaria de masas que despliegan los obreros, los trabajadores de las distintas actividades, los habitantes de los barrios y las comunidades educativas, en la lucha diaria por la conquista de sus reivindicaciones económicas, políticas y sociales, deliberando, resolviendo en asambleas, y ejecutando en conjunto lo decidido. Esta práctica de democracia directa, tiene que ser complementada con organizaciones permanentes, surgidas de esa movilización, que preparen las asambleas y expresen, a través de sus actores, los niveles de unidad y nivel político alcanzados en la zona, en la región para llegar, con su desarrollo, a un grado de organización nacional en donde se unifique la voluntad de las amplias mayorías de la clase obrera y el pueblo.
De esta manera con la complementación entre las asambleas y estas organizaciones de masas permanentes se van estableciendo órganos de poder local que resumen en sí mismos las deliberaciones, la toma de decisiones y las ejecuciones de las tareas que conduzcan a la satisfacción de la voluntad y aspiraciones de esas masas populares activas.
El papel de los destacamentos revolucionarios, entre los que se encuentra nuestro Partido, es fundamental hoy en la profundización práctica de esos principios y en las orientaciones políticas que acerquen a esas masas a la obtención de sus aspiraciones inmediatas a la vez que se van fogueando en la práctica, en el tejido de sus organizaciones representativas, en el ejercicio de las asambleas y la democracia directa, en la unidad y el camino de construcción, o en los centros educativos, hospitales, y empresas en general.
En esta fase de resistencia que hoy transitamos la confrontación a toda política de empobrecimiento y limitación de derechos políticos y sociales, la lucha por la obtención de mejoras, aunque parezcan mínimas, y los lazos de unidad entre el proletariado y el pueblo entre referentes de esas luchas y los más amplios sectores de masas que puedan participar en la acción, es lo central para avanzar hacia la revolución.