Para muchos argentinos el fútbol es una pasión que se lleva muy adentro.
Fuimos criados con una pelota que por lo general no recordamos cual fue la primera, denunciando así nuestra infancia y el contacto con la redonda.
Fuimos a los potreros, a las calles y a los clubes. Nos pusimos la camiseta del barrio y la del club de nuestro corazón. Juntamos figuritas, tuvimos nuestras primeras novias y cada domingo íbamos a la cancha o escuchábamos el partido.
Fuimos de familias futboleras con mayúsculas y recordamos al día de hoy formaciones de equipos que hicieron historia en cada lugar o nacionalmente.
Es cierto, el futbol desde hace muchas décadas fue negocio, el capitalismo no puede ser otra cosa que ello, pero lo cierto es que con la aparición de los monopolios en las instituciones del Estado el futbol, el mismo se transformó en lo que hoy es, un gran negocio, multimillonario y para engrosar los bolsillos de muy pocos.
Así las cosas, las medidas tomadas en estos días por la AFA, los monopolios y sus instituciones marcan hasta donde el capitalismo monopolista en nuestro país está podrido por donde se lo quiera mirar.
Sin embargo estos hechos en el fútbol nos hacen reflexionar hasta donde se profundiza la crisis política de la oligarquía financiera mostrando su total anarquía para las decisiones y en contra del espíritu pasional y deportivo de la población.
Están en juego jugosos negocios sobre la base de 1200 millones de pesos, quieren borrar nuestras memorias e historias futboleras con un cheque.
Pero ojo, también es para reflexionar el hecho que no se animaron a anticipar otras maniobras porque en el pueblo el horno no está para bollos y en los propios clubes comienzan a organizarse fuerzas autoconvocadas que se movilizan contra las maniobras de la AFA y de los monopolios, de los dirigentes y de las barras bravas (fuerzas de choque amparadas por los gobiernos de turno).
Como en otras tantas cosas de la crisis política de la burguesía las decisiones se hacen con el cronómetro en la mano, por arriba lucha de intereses, por abajo se los condiciona no renunciando a la cultura popular del futbol que se fue amasando en más de un siglo.
El futbol nos pertenece, seguiremos profundizando nuestro amor por la redonda y es ello en definitiva el mayor freno que le oponemos al gran negocio en el que por arriba están embretados en el futbol para pocos.