Ahora, los protagonistas, fueron los trabajadores de la pesca de Chubut que mantuvieron un conflicto de varios meses que hizo eclosión cuando la más grande pesquera de la zona, la española del grupo Iberconsa torció el brazo a causa de la lucha y debió dar un aumento de $ 900 a los obreros de su planta procesadora de pescado.
Al tiempo que se fortalecía la lucha, se ahondó la crisis de la cámara empresarial de la zona (CAPIP) Cámara Argentina Patagónica de Industrias Pesqueras que echó al mencionado monopolio español de su asociación.
Entonces los trabajadores se mantuvieron firmes, extendieron su lucha a amplias capas de la población que se movilizaron junto a ellos, profundizaron los bloqueos a las plantas, desacataron la conciliación obligatoria que intentó el gobierno provincial, y mantuvieron frenada toda posibilidad de producción, logrando finalmente doblar la resistencia de los empresarios y obteniendo la conquista de los reclamos.
El aumento sobre los ingresos actuales representa un 38% y, además, se está negociando el porcentaje sobre el régimen de garantía horaria.
A cambio, la burguesía ruega por unos meses de “paz social”: hasta mayo del año que viene.
¡Que pobreza! ¡Qué debilidad!
Suena a: ¡Me rompo las manos pero dame cremita para que no se me paspen!
Es que la crisis política de la burguesía muestra signos de crisis de poder, en donde las luchas comienzan a presentar un carácter de hartazgo y desobediencia civil por parte de los sectores populares que se plantan frente a la política de los monopolios y su gobierno de turno ya sea el nacional o los provinciales.
En notas anteriores nos hemos referido a expresiones de doble poder como en el caso de los petroleros, docentes y pueblo de Santa Cruz. También hemos dicho que cada lucha representa un conflicto abierto en donde se “gane” o se “pierda”, constituye nuevos y más elevados pisos no sólo de la conflictividad social sino en la suma de elementos políticos y organizativos que aumentan la acumulación del pueblo en su camino hacia la reivindicación de sus intereses y aspiraciones por fuera de las instituciones del sistema.
Esto hace que tengamos que medirlas con una vara distinta a la de la estricta reivindicación. El parámetro debe ser político, desde el punto de vista de la lucha de clases, desde la visión de los dos campos enfrentados en esta contienda: la burguesía monopolista por un lado y la clase obrera y pueblo por el otro. Vistas así, decíamos, todas las recientes luchas son ganancias para el pueblo.
Pues señores, éste que han dado los obreros de la industria pesquera de Chubut, es un golpe doble. Es como una generala servida para el juego de dados.
Este caso, es un ejemplo contundente que confirma que todas las “iniciativas” que ha tomado la burguesía últimamente en medio de la lucha de clases, no han hecho más que profundizar sus peleas internas, ahondar el desprestigio de sus instituciones, y su debilidad frente al pueblo con la obtención de resultados más que negativos para la integridad de su gobierno y la continuidad de su poder.
Esta es la tendencia que se presenta a ojos vista. Profundizar ese rumbo, extenderlo y fundirlo con el proyecto revolucionario, es una tarea ineludible para este momento.