Hace apenas 2 (dos) días, el ministro de gobierno Florencio Randazzo salió a decir por todos los medios que tuvo a su alcance que “el Gobierno entregará los fondos suficientes para que los comicios del 14 de agosto se realicen sin inconvenientes”.
Todo esto luego de que la jueza María Servini de Cubría amenazara con no estar al frente de las elecciones primarias si el gobierno no instrumentaba las medidas necesarias para su realización.
“Están todas las condiciones dadas para que se pueda dar», insistió el ministro. Argumentando casi con un sollozo que “será un test electoral sumamente importante en donde la ciudadanía debe concurrir a votar, expresando con su voto qué es lo que piensa de cada candidato de cada partido”.
Más allá de los problemas por doquier de orden “práctico” y organizativo, no es un problema de plata; el principal problema que afronta la burguesía es de orden político, atado absolutamente a la profunda crisis que atraviesa y de la que no puede salir.
¿Qué quiere decir esto? Que un enorme porcentaje de la población (recientes sondeos hablan de más de un 80% a nivel nacional) no sólo no tienen ningún tipo de expectativa en este nuevo invento de la institucionalidad burguesa, sino que ni siquiera saben realmente de qué se trata, ni qué se vota ni para qué se vota.
Una nueva farsa, llena de afiches muy prolijos y de espejitos de colores que no le importan a nadie.
En realidad esto no es otra cosa que una muestra más del abismo que separa a los políticos burgueses de las verdaderas necesidades populares. El cachetazo del 14 de agosto ya lo recibieron, más allá de los resultados que dibujen post elecciones primarias. No nos mueven un pelo con toda esta pantomima, porque es generalizado un solo sentimiento: en las urnas no decidimos nada. Nos necesitan para justificar su existencia pero está absolutamente comprobado que las elecciones pasan y nuestros problemas quedan. Una vez más, y van…
Cada vez tienen menos espacio para tratar de crear algún tipo de expectativas en esta mentirosa democracia, porque lo que los trabajadores padecemos a diario es que sus políticas sólo benefician a una ínfima minoría que es la oligarquía financiera; quedando algunas migajas para esa lacra que vive de su política sucia y de engaño.
Como ya lo hemos señalado, la democracia burguesa es la base fundamental del engaño en el capitalismo, con la cual pretenden hacernos creer que con el voto, decidimos el destino de nuestro futuro. Esa base es la que se está cayendo a pedazos por la profunda crisis política que sufre el gobierno de los monopolios a partir de la lucha de clases en nuestro país, que no sólo no se detiene sino que avanza y se profundiza.
El descreimiento en las instituciones del Estado capitalista, que se expresa en el seno de la clase obrera y el pueblo, sumado a la decisión cada vez más álgida de resolver los problemas con la lucha, golpean directamente en el corazón de los monopolios y sus gobiernos, y provoca un rotundo desprestigio a cualquier farsa electoral, primaria o lo que sea.
La lucha de las masas les da una bofetada en la cara todos los días, por los cuatro costados. Y cada día que pasa se va instalando, más y más, otra realidad basada en la decisión de los obreros y el pueblo de tomar las riendas de nuestro destino en forma directa, consolidando una democracia revolucionaria, de la mano de la lucha por las conquistas y de un futuro digno.