“El precio de la Canasta Básica Alimentaria, aumentó 3,9% durante abril para alcanzar los $ 26.676 que un grupo familiar de una pareja con dos hijos, compre los alimentos indispensables y no caiga en la indigencia, informó el Indec. También dio cuenta que el costo de la Canasta Básica Total (CBT), que además de alimentos reúne indumentaria y transporte, subió 3,4 % en abril, por lo cual el mismo grupo familiar necesitó contar con ingresos por $ 62.957 para no caer debajo de la línea de la pobreza.”
En la cifra mencionada arriba no figura el alquiler de la vivienda. No figura los gastos de un auto o moto que usa cualquier laburante para llegar a la fábrica. Y menos que menos figuran las deudas que mes a mes se van acumulando, ya que una familia lo único que puede juntar son deudas.
Salarios de hambre para trabajadores y trabajadoras. Eso es lo que nos ofrecen, salarios de hambre.
A contrapelo de esto vemos cómo sube la producción industrial. “En abril de 2021, las exportaciones alcanzaron 6.143 millones de dólares, mayor nivel registrado desde agosto de 2014, según el Indec”. Sólo para dar un ejemplo: Ford, VW, Toyota y Renault Nissan están a full con la producción de sus camionetas y detrás de ellos ponen a tiro a toda la industria autopartista.
Al salario miserable se le suma el Covid. En los últimos días fallecieron un trabajador en Alba, otro en VW, otro en el frigorífico Rioplatense, por mencionar solo algunos casos en la zona norte de Bs. As.
¿Y cuál es la respuesta del poder de los monopolios? Ni vacunas para los obreros y las obreras ni parate de la producción. A tal punto que levantaron el feriado del 24 de mayo. ¿Fue para “evitar el turismo” como dijo el presidente o para garantizar la producción?
Todo está teñido de la lucha de clases, todo está enmarcado en el odio de clase que la burguesía nos tiene a las y los trabajadores.
Esenciales para producir, pero no para mejorar nuestras condiciones de vida. No hay vacunas, miles de trabajadores y trabajadoras amuchados en las fábricas, en los transportes, salarios de hambre, hospitales desbordados.
Después de laburar nuestra jornada, salidos de la fábrica, nos revolean las cifras de enfermos y muertos, de pocas vacunas y ni pensar lo que le toca vivir en estos momentos a las niñas, los niños y adolescentes. Por un momento ¿paramos la pelota y nos ponemos a pensar? ¿Esta es la vida que queremos? ¿Podemos proyectar algo a mediano plazo? ¿Se puede convivir con tanta indignidad?
A la indignidad que nos someten los monopolios le oponemos la dignidad de la clase obrera.
No podemos pedirles a los sindicatos o a la CGT un paro. Ellos son parte del problema no de la solución. O, mejor dicho: ellos están de la misma trinchera que el gobierno y los monopolios. A ellos no hay que pedirle nada.
Por eso hay que seguir profundizando la resistencia activa. Es cuestión de reconocernos con nuestra clase. Trabajadores y trabajadoras desde el pie de la maquina tenemos que seguir profundizando la autoconvocatoria, que niega a los sindicalistas y a los delegados de sillón y reafirma los que pelean desde su puesto en la producción.
Las medidas de lucha pequeñas, del día a día, son las que nos van fogueando y nos van llevando al encuentro con obreros y obreras de otros sectores y otras fábricas.
Sigamos con la resistencia activa. Desde ahí vamos construyendo las acciones que nos conducirán a la huelga, la cual no se la vamos a mendigar a las gerencias sindicales, sino que las vamos a generar desde las bases.
Derrotemos el ajuste. Derribemos el techo salarial. Organización y rebelión desde las bases.