La crisis económica que sufre el sistema capitalista se multiplica, se potencia, se profundiza y se extiende con la crisis política. La abrumadora información mediática hace cuenta en la crisis económica algo por demás inobjetable. Números, estadísticas, concentraciones económicas, centralizaciones de capital, guerra de mercados etc., pero muy poco se dice de la crisis política que los acompaña.
Por estos días uno de los principales “inversores” del planeta puso un poquito más de luz sobre este problema y con una simpleza desconocida dijo: «Se necesita una crisis para crear la voluntad política en Europa para que se establezca una autoridad así, pero todavía no hay un acuerdo sobre qué hará la autoridad», añadió el inversor Soros.
Este personaje siniestro, vocero de la oligarquía financiera va hasta el hueso reconociendo la crisis política, pero no casualmente se olvida de plantear las causas por las cuales esa “autoridad” que el menciona no se ponen de acuerdo y cada día que pasa se distancia más de un objetivo preciso de centralizar las políticas imperialistas.
Lógicamente se “olvida” de decir que mientras ellos están reunidos en suntuosos salones, los pueblos de Europa están batallando de miles de formas contra las propuestas de ajuste. En esos salones, cuando tienen que tomar medidas, saben que la movilización popular está en ascenso, a la vuelta de la esquina y se va extendiendo de una u otra forma a países que hasta ahora se mantenían expectantes. La huelga en Italia está anunciando algo más que una clásica protesta de las centrales sindicales del sistema, lo sucedido en la tercera economía de Europa está muy cerca de los indignados de España aunque su expresión práctica sea otra.
En nuestro país no nos quedamos atrás, es una forma de decir, en el ranking de competitividad global que realiza el World Economic Forum estamos casi últimos en un aspecto político. Es una ONG Suiza conformada por las 1000 empresas más importantes del mundo que una vez al año se reúne en Davos, concluyeron entre otras tantas cosas que Argentina ocupa el puesto 139 de 142 países en la existencia de desconfianza en sus políticos. Eso sí, “destacaron” el avance en dos puestos en relación a la competitividad económica. Y como broche de oro el politólogo francés Alain Rouquié afirmó que en el 2001 la gente no estuvo contra las instituciones sino en contra de los políticos, seguramente este señor no les dio la llave de su casa a la comisaría de su barrio, no asistió a un juicio laboral, no paseó por Santa Cruz a escuchar a sus pobladores de lo que piensan de las instituciones del Estado. Nada dice usted ”politólogo” Francés, que el Estado es de los monopolios y la protesta generalizada en nuestro país y el mundo es contra esa situación. Las instituciones que usted defiende, la democracia burguesa que usted ampara es la que los pueblos del mundo no soportan y están en la búsqueda de otras salidas que los pongan como protagonistas de la historia.