La crisis política y económica que atraviesa el sistema capitalista en América Latina conlleva a la vez más pobreza a sus pueblos. El sistema no puede resolver nada de lo que se propone, la tan mentada “Democracia Representativa” que ha recorrido nuestro continente en más de cuarenta años solo ha dejado una estela de indignación a las grandes mayorías explotadas y oprimidas.
Pero a pesar de ello la clase dominante persiste una y otra vez en políticas de engaño que de una u otra forma garantice en estas épocas consolidar sus políticas de ajuste y es así que dentro de las aspiraciones de la oligarquía financiera planetaria sendas políticas en esos andariveles intentan ser centralizadas más allá del color político que cada país contenga.
Ajustes y reformas jubilatorias, ajustes fiscales que afectan a la educación y a la salud y exigencia de mayor productividad que contienen reformas laborales. Las reformas judiciales y fiscales planteadas intentan legalizar las aspiraciones de nuevos intentos que de hecho ejecutan por fuera de sus Constituciones.
En América Latina, llevar adelante éstas políticas no es nada fácil, recorrer la historia de nuestros países desde una mirada de lucha de clases en los últimos 20 años -que muchos intentar soslayar -podrían dar respuestas del porque iniciamos esta nota anunciando crisis políticas estructurales.
En estos 20 años han habido grandes convulsiones sociales, idas y vueltas, avances y retrocesos y en ese camino la tensión entre las clases ha ido en aumento, por un lado la experiencia de los pueblos del haber conocido en carne propia la Democracia Representativa, el grado de decadencia encontrado en esas alturas y por otro lado la experiencia de ganar la calle, la movilización, lo que ha conllevado a la actualidad a un verdadero estado de deliberación y a la vez de inquietud por encontrar nuevos caminos que de hecho impongan la aspiración masiva de una vida digna.
La burguesía monopolista impone por la fuerza de su dominación las políticas que nos han llevado al actual estado de cosas, pero no han logrado convencer en el plano político a una buena parte de la población que su Democracia Representativa pueda dar respuestas a las necesidades imperantes de las mayorías sufrientes.
Años 2020-2021
Si bien los pueblos de Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y la misma Guatemala contra el proyecto minero en el municipio de El Estor son avanzadas visibles del descontento popular, no podemos olvidar Colombia y Paraguay en el mismo plano, pero detrás de cada país Latino Americano centenares de movilizaciones por derechos políticos y económicos han teñido al continente de esa tensión antes mencionada.
Las democracias representativas, arma “democrática” de la burguesía más concentrada sufrió severos embates en más de veinte años y a pesar de persistir en esa forma de dominación el hoy se les presenta muy ajetreado a los ojos de sus propios pueblos. Van a seguir insistiendo con el engaño y cuando este no surta efecto habrá siempre una respuesta represiva frente al avance de las luchas que no se hacen esperar.
En América Latina se vive un ascenso, marcado por las expresiones de los países mencionados anteriormente, pero a diferencia de sus inicios inciertos de hace 20 años atrás como las expresiones de nuestro propio pueblo que supo hacer retroceder a la política de los monopolios, el hoy está teñido por un incipiente ascenso de la clase obrera industrial en países como México, Colombia, y los silenciados paros y huelgas proletarias que se suceden en luchas aisladas, de resistencia, de carácter embrionario que se va sobreponiendo al control ideológico implementado por la burguesía por más de cuarenta años para sacar de la escena a la clase obrera como la clase de intereses antagónicos hasta hoy predominante.
Los años 2020 y 2021 dieron inicio a este nuevo proceso en las peores condiciones que todos hemos vivido, este nuevo reverdecer va acompañado de experiencia vivida bajo estos regímenes de dominación y de haber transitado una Democracia Representativa que ha cerrado un ciclo de “pureza” , de ser “intocable” para delinear nuevas expectativas de autoconvocatorias que de una u otra manera recorren las aspiraciones de los pueblos, búsquedas por fuera de lo establecido y que con ello se comienzan a deliberar viejas pero a la vez nuevas salidas de carácter revolucionario que aunque en estado de deliberación de una u otra forma vuelven a poner en la escena de la lucha de clases las ideas de revoluciones sociales. El ejercicio de hecho de multitudinarias asambleas, sean espontáneas u organizadas, el ejercicio de Democracia Directa conciente o inconciente que recorre éstas latitudes son una muestra de cambio.
En estado embrionario y en estado de deliberación es muy cierto, en contextos de resistencia lo es también, pero cuando el ascenso del proletariado le va dando una conducta de clase, los debates de necesarios cambios revolucionarios introducidos en la clase permitirán solidificar las aspiraciones verdaderas para los cambios estructurales que se necesitan.