Zonas y regiones de tensión se suceden a diario. Las que sobresalen en estos dos sentidos entre otras son: Argelia-Marruecos (que es producto de la permanente guerra de exterminio de Marruecos contra la República Árabe Saharaui Democrática), tensa situación en Libia, países que desembocan en el mar Rojo del lado africano, Sudan, Etiopía. Así mismo, el golfo pérsico con Yemen-Arabia Saudita y lo que ello conlleva en “nuevas alianzas estratégicas militares con poderosos países de la región.
La permanente tensión entre China-India y el papel que juegan en esos conflictos Pakistán, Bangla Desh y Sri Lanka.
El papel histórico de Israel en “su” guerra contra el pueblo Palestino y como gendarme en la región más caliente del planeta. Europa del Este convulsionada por los inmigrantes iraquíes en la frontera polaca con Bielorusia como actor preponderante. En fin, es solo mirar el Mediterráneo, el Mar Negro y el Mar Caspio para palpar una diversidad de disputas de intereses que se entrecruzan al mismo ritmo que se van entrecruzando los intereses más concentrados de la burguesía monopolista.
Pero es en este mismo mapamundi en donde las clases se enfrentan a pesar del silencio manifiesto de la clase dominante.
Veamos un ejemplo: por estos días el conflicto Polonia-Bielorusia se ha reflejado en todos los medios de propaganda del mundo. No es para menos, allí esa disputa de intereses no es menor ya que entran en juego el tema del gas para abastecer a parte de Europa desde Rusia (pasando por Bielorusia).
Sin embargo, lo que hay que analizar es que, en este país, previo a las elecciones del 2020 e inmediatamente posterior a ellas, hubo un gran movimiento de masas con protestas callejeras llamado la “revuelta de las zapatillas” cuyas consignas apuntaban directamente al corazón del gobierno. Las mismas abordaban diferentes aspectos de los derechos políticos de la población.
Fueron revueltas que se extendieron durante el 2021 con diversa intensidad. En estas movilizaciones violentamente reprimidas, las mujeres jugaron un papel destacado.
Este proceso, repetimos violentamente reprimido, lleva al día de hoy a una resistencia contra el gobierno que no deja de detener y asesinar a luchadores populares.
En esos marcos internos de lucha de clases, el gobierno de Lukashenco incentiva una amplia movilización de inmigrantes fundamentalmente de Irak (3.000), pero ampliado a un abanico de sirios, iraníes y de Yemen. Tensando todas las fuerzas en la frontera con Polonia. El gobierno Bieloruso sigue la política de “extorsión” de Turquía a Europa y el mundo, azuzando la disputa por arriba, pero teniendo encendida la mecha dentro de sus propias fronteras.
Del otro lado de la barricada la lucha de clases pasa a un primer plano.
En Polonia, el día 9 de noviembre, miles de personas han salido a las calles para protestar contra la restrictiva ley antiaborto vigente desde enero de este año. La gota que rebalsó el vaso fue la muerte de una mujer que el 22 de setiembre tenía complicaciones de embarazo y no se le permitió el aborto para salvar su vida y -a la vez- muere también el bebé.
En ese mar de fondo decenas de miles de personas (80.000 / 100.000 según diferentes fuentes) salieron a las calles en el mes de octubre para reclamar derechos políticos ante un gobierno que se presentaba como una alternativa a la deteriorada dominación política de la UE y encabezada por Alemania-Francia, comandada desde Bruselas con su putrefacta democracia representativa que mantiene en vilo a sus propios pueblos.
Puertas adentro de estos dos países en preparación de guerra ponen sobre la mesa la lucha de clases dentro de sus propias fronteras intentando desviar el contenido profundamente democrático de sus pueblos.
Las guerras interimperialistas que dominan el mundo de hoy no podrán detener la verdadera guerra de clases que se insinúa también violentamente en puntos calientes del planeta.
Algo está cambiando en ese ir y venir de revueltas populares que se suceden en el contexto de la lucha de clases en cada país.
Y en ese cambio que se observa, además de la experiencia que se va acumulando en la lucha política por la dignidad de la humanidad, es que cada vez más los pueblos del mundo, en sus avanzadas, encuentran en el sistema capitalista el verdadero freno al desarrollo de la humanidad.
Y en ese contexto se comienzan a alzar las ideas socialistas que -aunque en forma embrionaria- como alternativa se va masificando al compás del alza de los pueblos y de la clase obrera en sendos países capitalistas. En donde nuestra clase inserta su sello como lo está haciendo en Italia, España, EEUU, Corea del Sur y varios países de nuestro continente, así como en Asia y África, en conflictos ya mencionados en esta misma página.