Nuevamente el Congreso (en este caso la Cámara de Diputados) realizó una sesión maratónica que recuerda a otras similares (jubilaciones, legalización del aborto, etc.). Esta vez se reunió para discutir y resolver el problema planteado sobre los pagos que Argentina debe hacerle al FMI. Como sabemos, se trataba de acordar, o no, con el mencionado organismo internacional el cronograma de pagos y las bases del ajuste a aplicar para poder concretarlo.
El proyecto de ley presentado por el gobierno se aprobó por mayoría. Entre quienes estuvieron a favor se mezclaron oficialismo y oposición. Entre los que estuvieron en contra se alinearon oficialismo y oposición.
Lo dicho, parece una contradicción salida sólo de la mente trastornada de una persona que ha perdido su juicio.
Veamos: Un sector del gobierno peronista y Juntos por el Cambio votaron a favor, este último con observaciones sobre el plan de ajuste para hacer posible el pago de los vencimientos.
El otro sector del peronismo liderado por la vicepresidenta, Máximo Kirchner y compañía votó en contra argumentando que no estaba de acuerdo con que se aplicaran ajustes contra el pueblo para pagar la deuda al FMI. Acompañando el desacuerdo, votaron los “liberales” tales como José Luis Espert, Javier Milei, Ricardo López Murphy, la llamada izquierda trotskista y algunos progresistas con sus respectivas troupe.
Como vemos, en un bando y otro hubo oficialismo y oposición. La mente trastornada de un loco no llega a tanto.
La movida de unos y otros no tiene nada que ver con los intereses de trabajadores y pueblo en general, sino con la defensa institucional del sistema, su continuidad, ambos basados en la mejor explotación de la mano de obra, única generadora de valor, y posicionamientos netamente electoralistas.
Es así por lo siguiente: El bloque oficialista del peronismo con Juntos por el cambio votaron a favor y eso nos exime de mayores comentarios. La pretendida diferenciación de Juntos por el Cambio argumentando que no estaban de acuerdo con el ajuste, es pura cháchara electoral, pues saben que el voto positivo viene acompañado por el ajuste y, además, cuando estuvo Macri en el gobierno, sufrimos ajuste tras ajuste y fue dicha gestión la que pidió el préstamo al FMI para que los bancos cambiaran los documentos de acreencias por dólares y se los llevaran.
Por su parte, el gobierno, lo hace convalidando la deuda con el FMI con la jugada que les permitió a los bancos hacer la maniobra descrita más arriba. Además, son quienes van a implementar directamente el ajuste.
El oficialismo gubernamental peronista liderado por los Kirchner pretende desprenderse del sector de Alberto Fernández y Mazza, vociferando que no está de acuerdo con el ajuste, al tiempo que nunca cuestionaron institucionalmente el préstamo y le dieron aval de continuidad. La cháchara electoralista populista contra el ajuste se lleva de patadas con las políticas inflacionarias de su gobierno anterior, los techos impuestos en paritarias llevados a cabo con la complicidad de la CGT, el veto al 82% móvil a las jubilaciones, los pagos al resto de los organismos internacionales, el pago vil a Repsol. Además, la deuda con el FMI representa un 11,14% del monto de toda la deuda pública estimada en US$ 404.000 millones de dólares, la cual no cuestionan y avalan su pago. A todo esto debemos agregar que fue la vicepresidenta quien, a dedo tal como siempre hace la burguesía, dispuso que Alberto Fernández sea el candidato a presidente por su partido y no puede negar que es parte de todas las decisiones gubernamentales…
Los “liberales” Spert, Milei y López Murphy, aclararon por su parte que pretenden un ajuste más efectivo contra el pueblo, ya que no están de acuerdo con las retenciones a la exportación, el revalúo de inmuebles, la inflación, (la cual quieren cortar de cuajo vía salarios y gastos sociales estatales) y pretenden mayores incentivos (subsidios) a la producción.
Mientras que la izquierda trotskista y los autollamados progresistas pretenden que la propia burguesía monopolista y los gobiernos de turno que le sirven, les hagan pagar la deuda a quienes las contrajeron (o sea, a los acreedores). Mayor utopía es imposible, lo cual desarma al pueblo y pone en el ámbito del Parlamento, o sea de la institucionalidad burguesa en donde domina la burguesía, la “resolución” del problema. Una trampa para la clase obrera y sectores populares a pedir de boca de los capitalistas.
Ninguna de estas expresiones que “discutieron” ayer y esta madrugada en el parlamento representaron un ápice los intereses de los oprimidos. Sólo armaron el circo, como es costumbre, para confundir y engañar.
Todos, esgrimiendo una razón u otra, conducen a la trampa irremediable a la que pretenden arrastrar a la clase obrera y sectores populares. Quienes quieran ver y argumentar sobre las diferencias entre un sector u otro por cómo votaron, en algunos casos se equivocan y, en otros, intentan confundir arteramente al pueblo. A los primeros, es nuestro deber darles la lucha ideológica y a los segundos, combatirlos como parte del enemigo.
Uno y otro gobierno de turno son expresiones del mismo sector dominante. Si no cambia el sector dominante, tampoco cambian los gobiernos. Y los cambios de sectores dominantes, desde el marxismo, no se evalúan más que por las clases que disputan el poder y no por el capital que eventualmente gana la pulseada.
De los explotados y oprimidos, es decir, de la clase obrera y sectores populares dependerá la vía de solución a sus propios problemas, lo demás son cantos de sirena que conducirán al naufragio entre las rocas tal como relata la Odisea.