En épocas como éstas, en donde la información circula casi exclusivamente por los medios digitales, este artículo puede sonar extraño.
Sin embargo, lo consideramos más que necesario.
Este mes de marzo que termina hoy contiene una fecha importante para nuestro Partido y para el proyecto revolucionario en nuestro país.
No somos demasiado “prolijos” con las efemérides, es cierto, pero seguramente varios compañeros y compañeras recordarán con emoción aquel 6 de marzo de 1968 (luego de realizarse el IV° Congreso del PRT) cuando salió el primer número de El Combatiente.
La decisión por aquel entonces era impulsar una herramienta de propaganda nacional para difundir las ideas revolucionarias, las propuestas de la Revolución y el Socialismo; que sirviera asimismo para apoyar la acción antidictatorial y antimonopolista que comenzaba a crecer con fuerza y que se pondría de manifiesto en mayo de 1969 con el Cordobazo, como expresión máxima de un combate que comenzaba a extenderse en todo el país.
Con un inicio irregular en el que no faltaron las idas y vueltas y salidas espaciadas, nuestro periódico fue creciendo al ritmo del crecimiento de la lucha de clases, hasta convertirse en un periódico regular, de salida semanal, y con una tirada de miles de ejemplares.
Se publicaban en sus páginas los conflictos más importantes del proletariado, y en él se reflejaban los debates más álgidos de una clase obrera en lucha contra las patronales, contra el gobierno cómplice, contra la represión del Estado monopolista y de las bandas fascistas.
De lectura obligada para la vanguardia obrera y popular, no es casual que se convirtiera en uno de los blancos principales de la persecución hacia nuestra organización.
En aquellos duros años, caían imprentas, caían distribuciones, caían organismos de propaganda, todas acciones de la burguesía en la búsqueda de silenciar la voz de El Combatiente y aniquilar su salida.
Pero no lo lograron. Durante los años de la dictadura militar, nuestro periódico jugó un papel central para enfrentar las posiciones que pretendían liquidar al Partido, afuera y adentro del país, y para cohesionar las fuerzas golpeadas por la derrota.
En el mes de marzo de 1984, con el Partido reorganizándose, se reedita en el país a partir del Nº 298, elemento fundamental que demostraba la decisión de reconstruir nuestra organización, al mismo tiempo que comenzaba a llegar a nuevos sectores, en particular de la juventud, que buscaban deseosos comprender lo sucedido y la nueva realidad que asomaba.
Ya reorganizado el Partido, El Combatiente retoma una salida regular mensual y acompaña las primeras luchas de la clase obrera por recuperar los derechos pisoteados por la dictadura.
A partir del mes de marzo de 1988, desde el Nº 348, comienza a salir cada quince días, en un contexto de ofensiva ideológica de los monopolios, que se agrava tras la caída del muro de Berlín, y del supuesto Fin de la Historia y La muerte de las ideologías.
Enfrentar los engaños y las mentiras lanzadas en aquel entonces sobre la “desaparición de la clase obrera”, o el surgimiento de nuevos sectores sociales que “reemplazarían” su papel histórico y su protagonismo, fue tarea sustancial de aquellos Combas.
Así, desde sus páginas se planteaba la existencia de un nuevo proletariado surgido de las nuevas formas de organización del trabajo; una clase obrera con formas de acción absolutamente distintas a las tradicionales, alejada del verticalismo, la delegación y la representación institucional burguesa.
También se planteaba cómo esta calidad nueva se extendía y penetraba en el conjunto social, posibilitando la aparición de formas de lucha superiores. Los acontecimientos de Cutral-Co, el Santiagazo, el Puente Correntino, y Tartagal-Mosconi, al poner sobre la mesa la acción autoconvocada de masas, terminaban de definir el debate, demostrando que las masas no eran víctimas pasivas de la dominación monopolista, que no se habían rendido y que estaban dispuestas a profundizar la lucha.
Diciembre de 2001 y la protesta masiva del pueblo, abre un nuevo interrogante ¿Cómo darle dirección política a la acción protagónica de las masas? Y nuevamente, el papel de un periódico revolucionario, vuelve a colocarse en el centro de la escena.
Cuando después de la devaluación del 2002, aparecía un nuevo gobierno tildado de progresista a arreglar el país, Kirchner gobierno de los monopolios fue la respuesta que dio El Combatiente frente a toda esa carne podrida, al abandono y la traición de los que intentaban sepultar las banderas de la clase obrera y el pueblo.
Después vino “la década ganada”, la “lucha contra la derecha” y el gobierno en manos de los “liberales”… Cientos de debates con los que la burguesía trataba de confundir a las nacientes vanguardias que se venían gestando en todos esos últimos años de lucha, ocultando la necesidad de una salida política que apuntale la construcción cotidiana de un proyecto revolucionario. Para nosotros esa continúa siendo la principal necesidad.
Nuestro punto de vista busca aportar su grano de arena a la lucha de la clase obrera y el pueblo, en el marco de la búsqueda por gran parte del movimiento de masas, de respuestas políticas a nuevos interrogantes: qué hacer y cómo hacerlo.
Todo surge de las entrañas de nuestro pueblo que se prepara a fuego lento en cada fábrica, en cada barrio, en cada lugar en donde luchamos por nuestra dignidad.
Hoy llevamos publicadas más de 1.100 ediciones de El Combatiente, que continúa golpeando a fondo los intereses de la clase dominante y fortaleciendo la organización y la acción política del proletariado y del movimiento de masas.
La propaganda sola no hace la Revolución; pero sin ella, muchas luchas quedan dispersas al ser tapadas por la burguesía y el papel de la vanguardia se diluye.
La propaganda revolucionaria refuerza, orienta y despierta el interés de los trabajadores por sus acciones, sobre su rol como clase, ligado a la toma del poder.
Es por eso que no es posible concebir a la propaganda revolucionaria desligada de la actividad política táctica y estratégica, de las luchas, de sus logros y de sus avances.
Hay una relación recíproca y permanente entre los hechos y la tarea de elevar la conciencia revolucionaria.
El desafío de nuestro periódico es proyectar los acontecimientos claves de la lucha de masas no sólo en el momento en que se producen sino cuando trascienden esa actualidad; y ahondar en los ejes que permitan profundizar en la acción política por el poder, sembrando una semilla que va dando sus frutos en la lucha de clases.
Allí ponemos todo nuestro esfuerzo, fortaleciendo y renovando el compromiso con los objetivos estratégicos de la clase obrera y el pueblo.
Es de vital importancia para ello que la clase obrera y los destacamentos de vanguardia cuenten con una herramienta cada vez más fuerte que exprese sus intereses de clase.