La falta de vivienda propia, es uno de los problemas más acuciantes que tenemos los trabajadores y la gran mayoría del pueblo. El Estado no proporciona planes de vivienda que contemplen facilidades de pago; y en los casos de las cooperativas de viviendas, ya es de público conocimiento la corrupción, el clientelismo y el negocio que se hace con esta necesidad.
Ni siquiera existen, para quienes tienen magros ingresos, préstamos que ayuden a adquirir un techo. En medio de este gran «flagelo» existe un gigantesco negocio inmobiliario, donde se construyen miles de nuevos edificios en zonas urbanas, aumentando cada vez más el precio por metro cuadrado de terreno para incrementar mayores ganancias a los actores ligados a la construcción. Pero cuando la bronca estalla y el pueblo decide tomar en sus manos la resolución del problema, se ve la verdadera cara del gobierno de los monopolios, que con todo su aparato represivo sale a proteger la propiedad privada, primera “razón de ser” del estado burgués.
El día viernes 23 pasado, los vecinos del Barrio Don Orione, cansados de no tener respuesta de las autoridades municipales, provinciales y nacionales, al reclamo de viviendas, decidieron tomar terrenos que dan detrás del barrio y que hacen más de 25 años que están para juntar mugre y ratas, y que su supuesto dueño no le da ninguna utilidad.
En ese campito, como lo llaman los vecinos, donde muchos han pasado su infancia jugando, ya que ni alambrado tuvo nunca, se juntaron alrededor de 200 familias para ocuparlo.
Esta vez, fue rápida la respuesta del gobierno: Gendarmería, la bonaerense, policías de civil, tomaron posición en conjunto listos para reprimir a los vecinos. Las escaramuzas fueron incipientes, la resistencia de algunos vecinos forzó el compromiso de un funcionario de tierras para una reunión el lunes a las 8 de la mañana. Esta maniobra ya la conocemos; sentémonos en un despacho para dilatar el asunto y que todo quede en el olvido.
La advertencia de los vecinos llegó de la mano de la movilización, la lucha autoconvocada y la decisión de la mayoría de levantar la toma, ir a la reunión y, en caso de una resolución desfavorable, volver a tomar los terrenos continuando con los reclamos.