Si hay rebelión, se revienta la burbuja


Terminamos una semana que, en términos financieros, solo le trajo malas noticias al gobierno. El lunes arrancamos con una corrida en respuesta a la decisión de Caputo y Bausili de transferir deuda del Banco Central hacia el Tesoro.

¿Por qué reaccionaron los bancos?

Como venimos repitiendo hasta el cansancio, la famosa “bomba de las leliq”, instrumento renovable cada 21 días, se convirtió en la “bomba de los Pases”, instrumentos renovables cada 24 h, y por lo tanto, mucho mas volátiles.

¿Cómo paga el BCRA los intereses de las leliq? Emitiendo. Por eso los volúmenes de emisión en se dispararon por las nubes: el circulante llegó a expandirse un 87% desde la asunción de Milei, y la Base Monetaria un 107%. Solamente el mes de junio explica el 21% y 18% respectivamente de ese crecimiento. Está de más decir que se trata de una nueva “bomba” inflacionaria.

Para salvar esta situación el gobierno decide realizar una maniobra contable para sanear las cuentas del BCRA, y transfiere compulsivamente toda la deuda de Pases Pasivos al Tesoro. El tipo de instrumento particular se llama Letra de Regulación Monetaria (LRM), pagan un poco más de interés que los Pases, tienen mercado secundario (es decir que se habilita otra órbita de especulación financiera) y están exentos de impuestos (en CABA, Catamarca, Mendoza, Misiones, San Luis y Tucumán los Pases del Central están gravados con Ingresos Brutos).

Hasta acá son todos beneficios para los bancos, la pregunta sería ¿Por qué la respuesta del mercado fue negativa?

El Tesoro no puede emitir dinero para pagar intereses, como lo hace el Central, sino que debe abonar con el superávit fiscal. En otras palabras, la transferencia de deuda del Central al Tesoro significa que los intereses de la deuda financiera se van a pagar con más ajuste sobre el gasto público.

Un ajuste que, recordamos, objetivamente, viene recayendo en un 40% sobre los jubilados, y en un 57% sobre el conjunto de las prestaciones sociales.

La respuesta del mercado fue –justamente- una advertencia al gobierno porque no hay margen ni político ni económico para profundizar el ajuste. Y al pasar la deuda al Tesoro se activan los límites regulatorios que tienen para financiar al fisco, mientras que con el Banco Central podían hacer la bicicleta sin afectar sus balances y con un seguro de liquidez que les garantizaba cobrarla.

No hace falta que analicemos el rendimiento del blue, el MEP ni el CCL, veamos un ejemplo más contundente: Pan American Energy (PAE) salió esta semana a tomar deuda vía obligación negociable por US$ 75 millones a tres años con una tasa de interés fija del 0% y atada al dólar oficial. Esto significa que la pagas hoy a dólar oficial y te la devuelven en tres años al dólar oficial de ese momento. Es una forma de atesorar, pero no te da ningún rinde de ganancia.

De esta manera PAE salió a buscar US$ 75 millones, pero a cambio recibió 240 ofertas que suman un total de US$ 1.588 millones, una cifra astronómica.

De nuevo ¿Qué quiere decir esto? Que el mercado optó por pasarse rápidamente a instrumentos en dólares, escapando de las LRM del Tesoro, en una clara señal de rechazo a la medida de Caputo, que no es otra cosa mas que una promesa de más ajuste fiscal.

En el trasfondo lo que aquí sucede es que crece la tormenta financiera. La burbuja de las leliq, que luego fue burbuja de Pases, y ahora es burbuja del Tesoro, es decir, de unas cuentas públicas que solo dan superávit fiscal a fuerza de recorte a jubilados y estatales; de patear pago a importadores para adelante; y de aumentar de la deuda pública con altos niveles de emisión.

Y esta burbuja financiera se da en un contexto de caída de la actividad y del consumo, sin precedentes. Vamos a las cifras más recientes, publicadas esta semana que pasó: el Índice de Producción Industrial (IPI) lleva ya nueve meses de caída en su acumulado anual, pero desde que asumió Milei esa caída saltó del -0,8% al -15,2% para mayo. De la actividad de la construcción (ISAC) ni hablemos: no levanta desde enero del 2023, pero desde que asume Milei esa caída pasó del -3,0% al -21,8% en enero y -32,2% en mayo.

En contraposición, las grandes empresas están amasando ganancias inauditas, que se explican, en parte, por la disminución del salario y el aumento de los niveles de productividad en las fábricas (por ejemplo, recorte de personal manteniendo producción); y en parte también por los negocios financieros que Caputo y cía. garantizaron hasta hoy, y que dio lugar a la formación de esta burbuja, cuya responsabilidad obviamente también es del gobierno anterior, y del de Macri, pero que no ha parado de crecer con Milei.

La expansión de ganancia neta ya ilustrada en otro artículo[1], se comprende todavía mejor cuando analizamos el nivel de explotación sobre los trabajadores. La tasa de plusvalía, es decir, la relación entre plusvalía y salarios, en Arcor pasó del 32% durante el primer trimestre del 2023 al 73% durante este primer trimestre del 2024; en Aluar del 13% al 105%; en Ternium (Techint) del 312% al 433%; y en Tecpetrol (Techint) del 75% al 550%.

Esto significa, por ejemplo, que con el salario del primer trimestre de 2023, la empresa Tecpetrol podía pagar los salarios del segundo trimestre a todo el personal (incluido jerárquicos, administración y comercialización) sin vender ni una gota de petróleo. Ahora, con la ganancia obtenida este primer trimestre de 2024, Tecpetrol puede dejar de vender petróleo durante cinco años y medio, abonando todos los salarios y ajustándolos por inflación.

Las cifras son contundentes, y entran en combinación los dos factores: el aumento en la explotación al trabajador, y la capitalización de ganancias financieras pagadas por el conjunto del pueblo trabajador con el ajuste fiscal.

La fiesta sigue y seguirá hasta que reviente la burbuja, pero ¿En qué consiste la burbuja? ¿Sobre qué está asentada esta superganancia? ¿Sobre qué crece esta valorización de Letras, Pases Pasivos, Puts, etc.?

La crisis del 2008 estalló cuando quedó expuesto que la deuda del mercado inmobiliario era incobrable. En otras palabras, las personas habían adquirido créditos inmobiliarios que, producto de la recesión económica no pudieron abonar y quedaron en la calle. Cuando los bancos se dieron cuenta que el volumen de deuda inmobiliaria incobrable era enorme, y empezaron a caer los vencimientos, la cadena de impagos se extendió hacia las transacciones interbancarias y reventó “la burbuja”, es decir, esa masa de dinero que existía en los balances contables… no existía en la realidad porque el trabajador que debía pagar su hipoteca no pudo hacerlo, quedo en la calle, le embargaron la propiedad, pero el banco se quedó sin su promesa de pago.

Acá esa burbuja no está asentada sobre un elemento puntual (los créditos hipotecarios) sino sobre el conjunto de la sociedad, y se expresa en un negocio entre el gobierno y el capital financiero (es decir, los holding que conforman empresas industriales y financieras). La “promesa de pago” no son los créditos hipotecarios, sino la reducción del gasto público (es decir, más recorte a jubilados, estatales, salud, educación, etc.).

Esto, hablando estrictamente de la burbuja financiera. Aparte está la flexibilización laboral en el empleo privado, caída salarial, etc., que a su vez profundiza esta burbuja porque se desploma el consumo.

En resumidas cuentas, que reviente la burbuja depende del pueblo trabajador, porque “la burbuja” es la capacidad de ajuste sobre el conjunto de las masas. Si hay rebelión, se revienta la burbuja, es el camino “menos doloroso” como dirían los economistas. Si no hay rebelión, la burbuja va a crecer hasta que el desbarajuste de cuentas sea imposible ser pateado hacia adelante y un sector de la oligarquía financiera decida cerrar la banca, como sucedió en el 2001, pero en su versión postpandémica.


[1] https://prtarg.com.ar/2024/07/02/gobierno-reaccionario-y-alta-burguesia-del-festejo-a-la-preocupacion-y-la-ansiedad/

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