¿Perdimos la memoria?


Las instituciones represivas no son queridas por gran parte de la población. Se las considera corruptas más allá de cada funcionario que esté en sus filas.

Vulgarmente las asociamos a la defensa de los más poderosos. Así mismo podemos hablar de los “políticos”, sus instituciones, los partidos que los cobijan son rechazados por la larga lista de actos mentirosos de los que –incluso- hacen gala antes, durante y después de cada campaña electoral.

A los sindicatos se los asocia a las mafias, se los usa, pero se los rechaza por alcahuetes al servicio de los monopolios. Ni que hablar de la justicia, la misma está asociada a los poderosos, corrupta por donde se la quiera ver. No hay institución que quede en pie, todo, absolutamente todo ha perdido credibilidad en una buena parte de la población.

A pesar de todo no hemos perdido la memoria de cuestiones básicas de la vida cotidiana, del hoy, y eso es una parte importante por la cual la clase dominante siempre navega en aguas turbulentas. Esa memoria es una parte de la actual resistencia: que no se ve, pero lastima.

Pero no perder la memoria con “subes y bajas” en estos aspectos planteados no subestima la “otra” memoria, por así llamarla. Y nos referimos a la memoria que incluye la lucha de clases, el papel de la clase obrera, la necesidad de una revolución socialista, la construcción de organizaciones políticas independientes contra el régimen actual de dominación burguesa. En fin:  una memoria revolucionaria que ha sido erosionada en más de cuatro décadas y hoy ese factor pesa a la hora de asociar la diversidad de “memorias” en juego.

No estamos asociando pasado con memoria. Eso no estaría ayudando a la táctica revolucionaria presente. El pasado pasó, pero la memoria se recrea con la acción presente y eso en política cuenta y mucho.

Hoy en día están pesando en la memoria los dos factores antes mencionados. Por un lado, el rechazo a lo institucional, pero por otro lado no irrumpen con fuerza y vigor las referencias revolucionarias necesarias para cambiar la calidad política de la resistencia.

Es aquí en donde les cabe responsabilidad indelegable a las avanzadas de la clase obrera y el pueblo de elevar la conciencia revolucionaria del para qué la resistencia, y a la vez crear y fortalecer a diario las fuerzas organizadas que van apareciendo desde la lucha.

Cuando hablamos de acabar con el plan de gobierno, hablamos de táctica política y allí hay que persistir una y otra vez. Táctica que incluye la idea de castigarlos en donde somos fuertes como mayoría oprimida y explotada. Fábricas, barrios, facultades, etc. Fortalecernos localmente para ir tejiendo para arriba.

Avanzar en la idea del poder local, aunque ello fue castigado en la memoria revolucionaria, en donde el poder burgués golpeó para hacer “olvidar” el camino del verdadero poder.  En este sentido ninguna acción de resistencia será pequeña si las avanzadas comienzan a abrazar la idea de la lucha por el poder y en ello los destacamentos revolucionarios como el nuestro tienen que jugar un papel destacado. Debemos elevar el grado de conciencia revolucionaria de las avanzadas para posibilitar cambios cualitativos de la lucha.

Nos han golpeado en esa memoria revolucionaria pero ya ha comenzado una etapa en donde paso a paso se la retoma en esta época histórica, con nuevas ideas surgidas desde la experiencia popular que va presionando a nuevas salidas de carácter revolucionario.

Reivindicamos a esas organizaciones de base que aún en un estado embrionario, organizaciones de base muy incipientes, están actuando para elevar el grado de conciencia en cada lugar de trabajo, a sabiendas que se presentan dificultades de toda índole.

No importa que ello lleve tiempo y paciencia para su consolidación. Pero el solo hecho de que ya estén caminando es retomar el camino de la memoria del poder popular.

Sabemos que la distancia entre destacamentos revolucionarios y de avanzadas en el proletariado se van achicando y ello es gracias a las tareas grises de las y los revolucionarios que no hemos cedido frente a la presión ideológica de la burguesía.

Ese accionar hay que ponerlo en el lugar que corresponde en esta época histórica. Ya que hoy comenzamos a ver los primeros brotes concretos para avanzar sobre esas líneas de trabajo político, orgánico e ideológico de todo lo que se va sumando.

La resistencia amplia que se expresa en asimilar en la memoria qué son las instituciones no creíbles del poder facilitan el trabajo revolucionario siempre y cuando no se subestime la lucha ideológica, bastión por el cual aún el poder burgués navega realizando sus ganancias en medio de las tempestades del sistema capitalista.

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