Los “señores” burgueses tienen experiencia de dominación. Sus “virtudes” se escenifican a diario en cada lugar de trabajo. Hoy un obrero los ve actuar en ese escenario, pero las argumentaciones patronales suenan a vacías. Los CEOS están formados para convencer a las y los trabajadores en el terreno que sea: “no hay plata”, “hay que producir más”, “si no trabajamos más por la misma plata cerramos”, etc.
En las últimas semanas hay un marcado deterioro de credibilidad ante la situación que se vive en cada lugar de trabajo. El trabajador y trabajadora intuyen que cada diálogo está preñado de mentiras. La clase de los burgueses, los dueños de los medios de producción han hecho tocar la campana “financiera” al presidente argentino en el centro de las grandes operaciones usureras del planeta. Allí radica el interés de su clase.
Un CEO va por las buenas, trata de engañar con verdades a medias y en ello son expertos.
Pero estos mismos protagonistas que “saben” dialogar, cuando las papas queman se olvidan de la “conciliación de clases”. Aparece entonces el verdadero rostro de los explotadores y opresores. Reprimen, disciplinan y meten terror. Actúan como burgueses.
Sin embargo, no se olvidan ni por un instante de la negociación. Y es allí en donde aparecen en todo su esplendor los conciliadores “seriales” de clases, los que hoy en día juegan a salvar la gobernabilidad y de hecho al sistema capitalista.
Ya no importa tanto si sus oratorias son de derecha o de izquierda, para ellos lo importante es conciliar a las clases antagónicas.
La clase dominante cuenta con ellos, son parte del mismo poder de sometimiento con diferentes colores y banderas políticas.
Cuando la clase obrera y los sectores oprimidos no tenemos la suficiente fuerza política para cambiar el curso de esta historia no quiere decir que creamos en el discurso del burgués. Los escuchamos, les decimos que sí, pero no les creemos, sabemos que no podemos pegarle con un puño abierto, falto de fuerza. Seguimos acumulando bronca.
En el plano nacional los discursos de la clase dominante no son escuchados. Se intuye que todo es una gran mentira, inclusive la “fortaleza” de los resultados electorales, las esperanzas de “cambio” cada vez ilusionan menos y se van desvaneciendo abruptamente.
Pero lo cierto es que hay un corte entre el dolor de abajo y el peso que aún tiene el poder burgués para imponer la agenda electoral del 2025.
En el plano ideológico la clase dominante actúa en los negocios del hoy y a la vez disputa sus intereses para ocupar la “plaza” parlamentaria que se avecina.
En el arriba le imponen al pueblo no hacer olas, saben por experiencia propia que si el explotado y el oprimido ganan las calles se transitará otra historia.
El gobierno utiliza los palos, la “oposición” es oportunista y hay todo tipo de expresiones. Pero su accionar de base es frenar cualquier intento de resistir en las calles el programa de gobierno.
Lo peculiar de esta época histórica en la situación política nacional es el contexto internacional. Los condicionamientos impuestos en una globalización que no ha dejado de serlo, pero que está sujeta a grandes cambios producto de una lucha de clases planetaria que está conmoviendo al propio sistema capitalista.
Este gobierno es parte de esa crisis del sistema capitalista y no puede correrse un solo milímetro de una disputa que por arriba solo entiende de guerras imperialistas.
Trabajan para ocultar la ola de huelgas que afectan el suministro para producir. Puertos, aeropuertos, comunicaciones, vías férreas y terrestres, etc. Las mismas se ven afectadas por luchas en lugares estratégicos, pero de esto no se habla. Lo cierto es que existe una inestabilidad política que viene agudizándose desde el 2008 si de capitalismo hablamos, y desde un crecimiento huelguístico que viene del 2012 hasta nuestros días.
La lucha de clases en nuestro país adquiere la forma de resistencia y la misma está dada por la peculiaridad del momento en que vivimos. Es todo un proceso nuevo de acumulación de fuerzas políticas independientes que por experiencia propia reniega de la conciliación de clases y desde su experiencia actúa con independencia política.
Es un camino que se está recorriendo no sin dificultades, pero es parte de un accionar que ya profundiza la propia crisis política de la burguesía.
Las avanzadas de la clase, las avanzadas del pueblo deben quebrar las desconfianzas que ha impuesto el poder burgués. Trabajaron en lo ideológico para abundar en esa desconfianza entre los explotados y oprimidos. Ese elemento ideológico, las avanzadas deben quebrarlo en ese plano y trabajar para ponerlo en dirección a una acumulación de fuerzas políticas independientes que de hecho ya existen, pero aún subestiman su propio poder. EL objetivo es revertir la correlación de fuerzas entre explotadores por un lado y explotados y oprimidos por el otro.