La base proletaria de un paro amañado


Crece el descontento del proletariado con las políticas empobrecedoras del gobierno. Las medidas de resistencia a las mismas sobrepasan las ataduras, mediante las cuales, pretenden contenerlas los gremialistas empresariales aliados de la burguesía que constituyen las direcciones de casi todos los sindicatos.

Decenas y cientos de luchas se suceden a lo largo y ancho del país, por paritarias, aumentos de salarios, despidos, suspensiones, cierre de instituciones estatales, condiciones laborales, recomposiciones salariales, etc. La presión se hace cada vez más insostenible y a ello se debe el paro anunciado para el día de hoy por varios gremios del transporte entre los que se cuentan: trenes, subtes, aviones, barcos, camioneros, portuarios, recolectores de residuos, peones de taxis.

A la medida de fuerza adhieren gremios docentes, no docentes, trabajadores estatales y varias organizaciones sociales.

Sin embargo, la UTA (Unión Tranviarios Automotor) no para, y sí lo haría msñana jueves. Esto se debe a la disputa sorda (que, contradictoriamente, es evidente) existente en la mafia sindical de la CGT en donde unos y otros juegan sus cartas por el favor del aparato político oficialista u opositor (opositor del gobierno y no al gobierno, si vale la aclaración).

El mercantilismo de la política y el histrionismo gremial, no opacan la creciente intensidad en la resistencia que genera nuevas crisis en el gobierno y las instituciones del Estado, y profundiza las ya existentes.

A pesar de la manipulación y del paro dominguero con el que pretenden aflojar tensiones y encorsetar los reclamos, el proletariado seguirá avanzando con sus luchas debido a que las condiciones de vida a las que se ve sometida la clase y sectores populares, son cada vez más viles.

El calor va aumentando en cada fábrica, empresa, oficina, barrio, centro de estudio, etc., los debates sobre cuál es la salida a tanto sufrimiento, qué es lo que se puede hacer, etc. se van incrementando y generalizando, aunque todavía no tenga el cuerpo que incline la balanza a favor del pueblo.

Cada vez va apareciendo con más claridad que el ajuste es sólo para los trabajadores, jubilados y sectores populares, a pesar de las mentiras sobre la casta y demás supuestos enemigos del pueblo a quienes se despojaría de privilegios.

Estos últimos no sólo no se tocaron, sino que se aumentaron de la mano de leyes aprobadas mediante la compra alevosa de voluntades de legisladores corruptos a imagen y semejanza del gobierno que los untó con prebendas.

Los sobornos se hicieron evidentes también a la hora de vetar leyes que iban en contra de los planes de gobierno y también mediante ausencias y presencias (según fuera el caso), necesarias para dar cuórum a favor o en contra y garantizar que el Ejecutivo avanzara con su plan.

El concepto de “democracia” que tanto cacarean queda revolcado en el peor de los barros y las instituciones hundidas en el más abyecto desprestigio.

No hay reparo en el que puedan protegerse el gobierno y toda la institucionalidad política, judicial y legisladora estatal (en sus tres niveles: nacional, provincial y hasta municipal o comunal) e incluso la dirigencia gremial en todos sus estamentos.

El descontento avanza y avanzará porque a una fuerza ejercida en una dirección le corresponde una contraria que resiste y esa ley de la física se comprueba en la sociedad con sus propias particularidades.

A los revolucionarios nos toca seguir alentando las luchas; organizando, de lo pequeño a lo grande, las fuerzas; promoviendo la independencia política del accionar de las bases en todos los ámbitos, generalizando la democracia directa; robusteciendo el partido proletario y avanzando en la unidad de acción junto a las masas en la resistencia que va trazando los surcos en el camino de quebrar y derrotar el plan de gobierno.


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