El viernes 22 de noviembre se realizó una “cumbre” de la que participaron Paolo Rocca, CEO del grupo Techint, Abel Furlán y Naldo Brunelli, secretario general y adjunto, respectivamente, de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) a nivel nacional.
Tan cumbre fue la reunión que la misma fue pedida por los sindicalistas dado que la negociación paritaria con la Cámara Argentina del Acero no avanza, por lo que entonces fueron a hablar con el dueño de la pelota.
Si las negociaciones en la Cámara no avanzan es, precisamente, porque Rocca es uno de los que deciden en la misma. Tanto es así que el propio Brunelli lo confirmó al salir de la reunión: “la negociación está estancada”, dijo. El paso de comedia se completó cuando, tras cartón, el mencionado dirigente se manifestó muy preocupado por el futuro de la siderurgia en al país ante la apertura de importación de acero que dispuso el gobierno de Milei.
En definitiva, el encuentro fue para que esta caricatura de dirigentes sindicales reafirmara el papel de voceros de las patronales. El mismo discurso de Rocca cuando se queja por la medida mencionada, en boca de los “representantes de los trabajadores”. Incluso hasta en la alusión a China como competidor directo que vendría a “destruir la industria nacional”.
Mientras el grupo empresarial amasa fortunas en el sector energético, a través de la explotación de petróleo y gas en Vaca Muerta donde es uno de los principales jugadores, al tiempo que debe estar (como el resto de los monopolios) consiguiendo enormes ganancias en la bicicleta financiera que alimenta el gobierno de Milei, los números en la producción de acero no le cierran. Entonces reclaman protección del Estado y del gobierno, nuevos subsidios, nuevas exenciones, etc., en simultáneo que aprovechan la situación para no sólo seguir achatando la masa salarial, sino también para reorganizar los planteles productivos en pos de la “bendita productividad” por la que clama toda la burguesía monopolista.
Y allí van los sindicalistas a hacerle coro a la clase dominante, y a preparar el terreno para que las masas trabajadoras acepten mansamente las nuevas condiciones que las patronales exigen para encarar próximas etapas de alza de la producción. Van siendo cómplices y artífices de la extorsión y el chantaje de las patronales, con argumentos tan falsos y viejos como la “amenaza” de cierre de empresas, de capitales que dejarán el país. Los miles de empresas que han quebrado en estos últimos meses son producto del proceso de concentración y centralización de capitales en beneficio de los grupos monopolistas. Allí está incluido, obviamente, Techint y su conglomerado empresarial y otros monopolios, dado que el ajuste incluye destrucción de fuerzas productivas como condición para buscar atenuar la crisis capitalista.
El cínico y traidor acompañamiento de los sindicatos en el objetivo último que es, ni más ni menos, disciplinar económica y políticamente a la clase obrera y demás sectores del pueblo trabajador, es una película que se replica en todas las empresas, de todas las ramas productivas. La resistencia de la clase es despareja, con subas y bajas, sin un hilo conductor, debido a que es necesario elevar el nivel de debate en el seno de la clase de vanguardia al plano eminentemente político.
Eso significa que la resistencia no sólo es contra la baja salarial, los despidos, las suspensiones, los aprietes por mayor productividad. Todo ello está englobado en el objetivo mencionado como una política de toda la clase burguesa. Y dicha resistencia no puede depender de ningún aparato sindical ni político, sino que debe expresarse desde la independencia de clase. Entender este tema político crucial ubicará en mejores condiciones a la clase obrera para, no sólo contrarrestar el objetivo político del enemigo, también erosionará el plan del gobierno y alimentará la posibilidad de derrotarlo.