Como dice el título de esta nota: cuando las vanguardias obreras pierden el rumbo y las gana el escepticismo es “campo orégano” para la burguesía. Es desde donde la burguesía intentará tirar de la soga. Esto es lo que ocurrió en Dánica (planta Llavallol).
La burguesía, siempre intentará sacar pecho sobre la derrota de una lucha o, mejor dicho, en este caso, sobre el estado de ánimo derrotista que se les introdujo a los obreros de esta fábrica del conurbano de la provincia de Bs. As.
En primer lugar, debemos plantear que los comunistas debemos expresar nuestros puntos de vista, balances u opiniones de cara a las masas. En este caso de cara a la clase obrera, para sacar conclusiones que nos permitan afrontar las futuras luchas obreras y populares en mejores condiciones, y con una línea de intervención política que golpee los planes de la burguesía en general y de cada patronal en particular, en el marco de una estrategia de poder. De lo que se trata es que cada acción o lucha en este momento, golpee y degaste los planes de la burguesía para derrotarlos y abrir una nueva situación política en el país.
En segundo lugar, es importante tener claro que las luchas que se encaran a veces se ganan, a veces “se empatan” y a veces se pierden; y que en esta etapa de resistencia que estamos atravesando la actitud de las vanguardias obreras debe ser reflexiva; bien pegadas a las bases, pero pensando y actuando como clase; y siempre manteniendo un carácter ofensivo para no perder la iniciativa política.
Venimos expresando en notas y videos el papel nefasto que suelen jugar organizaciones de izquierda al frente de sindicatos. Donde su política sindicalera, corporativa y reformista, terminan jugando, consciente o inconscientemente con posiciones abiertamente pro-patronales.
Estas posiciones, al igual que las posiciones populistas que alientan la conciliación de clase, generando expectativas en “líderes” burgueses o en las instituciones de la burguesía, hay que superarlas o barrerlas del movimiento obrero. Mucho daño les han hecho a las aspiraciones de cambios profundos de la clase trabajadora, a lo largo de la historia y mucho daño pueden hacer en esta etapa de la resistencia.
Dánica anunció que cerraba la fábrica el 30 de diciembre. Y esta vez parecía que iba en serio. La patronal les hizo saber a los delegados y al sindicato de aceiteros que no había margen de negociar nada, salvo la indemnización.
El desánimo, la confusión y el no haber organizado la fuerza obrera en forma independiente para este momento, comenzó a tallar en el ánimo de la base. Esa confusión y desánimo se trasladó a un sector de la vanguardia. Vanguardia que, si bien recibía las posiciones políticas revolucionarias, las subestimó.
En vez de profundizar la experiencia independiente y asamblearia que levantaron cuando barrieron a los delegados propatronales y le doblaron el brazo a los anteriores “dueños”, inclusive imponiendo la reincorporación de despedidos, se apoyaron en el sindicato y fueron alimentando nuevamente el corporativismo sindical. Alimentaron en la base esa idea que la única organización que vale es el sindicato (sindicato aceitero que encima tiene un “discurso” combativo”, seductor). Y a eso hay que sumarle que algunos, alimentaban de hecho las expectativas en la institucionalidad (Ministerio de Trabajo, sindicato, etc.), que el problema es Milei y sus leyes, y que con el peronismo es distinto, Cristina Volvé, y bla bla bla.
Llegando a plantear en una entrevista, al diario “progre” Página 12, que “…con la Ley bases, los trabajadores no tenemos más herramientas para luchar”.
Este pensamiento derrotista se trasladó a la base. Este pensamiento, en el fondo, tiene como base material, que la única forma de lucha que tiene la clase obrera es la que te da la institucionalidad y las leyes de la clase a la que te enfrentas. O sea “dentro de la ley todo, fuera de la ley nada”.
Si así hubiera pensado y actuado la clase obrera a principio del siglo pasado ninguna gesta de dignidad obrera se hubiera dado (la Semana Trágica, la Semana Roja, la Patagonia Rebelde, etc. fueron gestas heroicas que se dieron al margen de las leyes burguesas).
Así como la clase obrera que llevó adelante la resistencia peronista a fuerza de “caños y sabotajes”; o en la década de los ´60 y ´70 con las tomas de fábricas, la toma de rehenes (empresarios o gerentes), los enfrentamientos callejeros y los sabotajes; o la resistencia obrera a la dictadura que -a pesar de las desapariciones de compañeros y compañeras- desplegaba acciones de distintos niveles incluidas algunas huelgas. Sin todo ello, nada de la aguerrida y heroica historia de lucha de nuestra clase se hubiera dado.
Nuestra clase obrera se asienta sobre esa historia. Pero como venimos planteando, dejó de actuar como clase y comenzó a penetrar el “bichito pequeñoburgués” del interés personal, del me salvo yo y mi familia, sin ver que nadie se salva solo, ni vale nada en soledad. Pero ese “bichito” fue alimentado por las políticas reformistas y oportunistas de la izquierda aburguesada y parlamentarista y las políticas populistas del peronismo que la burguesía profundizó luego de la derrota de la clase obrera a nivel internacional y de la clase obrera en nuestro país.
Hay que asimilar y comprender que la clase obrera es clase porque actúa en conjunto para producir, y su destino va atado al destino colectivo del conjunto de la clase.
Para terminar con este relato de la experiencia obrera en Dánica: el sindicato de aceiteros los dejó regalados, no atinó ni siquiera con insinuar un paro de todo el gremio. ¿Qué hubiera pasado si se hubieran parado todos los puertos, en solidaridad? Un dicho popular dice: “difícil que el chancho chifle”, porque ya habían dejado solo a los obreros de la Dánica de San Luis, que fueron todos despedidos, para luego volver a producir con salarios de 500 mil pesos, con nuevos obreros y bajo otro convenio. ¡Miren que hizo la dirección del sindicato “combativo”!
¿Qué hubiera pasado si en vez de esperar el desenlace se hubiera construido en la zona de Llavallol un comité de base? Una coordinación junto a los obreros del neumático de la Bridgestone, donde hubo casi 500 despidos (el sindicato sigue el mismo camino de aislamiento y de política reformista y legalista); con la cooperativa Cotramel (ex Canale); con los obreros del vidrio de la Vasa; con ferroviarios de los galpones de Llavallol; con docentes y auxiliares de escuelas de la zona; con organizaciones barriales.
Nuestra respuesta es: no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que es el camino para golpear y comenzar a ponerle un freno al gobierno y a las patronales, es el camino de unidad para poner de pie una alternativa, de la clase obrera y pueblo, que de pelea.
Y a la cabeza, para construir esa unidad, deben ponerse las vanguardias de la clase obrera, esas vanguardias que con una actitud verdaderamente proletaria se transforman en esos núcleos de la resistencia.
Y sí, compañeros/as: a la Ley Bases, a sus nefastas consecuencias y a todas las políticas del gobierno burgués se las enfrenta con la acción colectiva, con organización independiente de las patronales y de las direcciones burocráticas y oportunistas de los sindicatos, con los métodos conspirativos adentro de las fábricas, con la acción directa, con la unidad obrera y popular en la zona.
Con lo ocurrido en Dánica la clase obrera sufrió una derrota (parcial), y la base de esa derrota no está en el estado de ánimo de la base obrera, sino en la política insuficiente, errada y limitada de esas vanguardias que no asimilaron y no comprendieron el papel independiente que tenían que jugar. Y a eso hay que sumarle nuevamente el papel nefasto de la dirección del sindicato.
Nuestro balance busca aportar un punto de vista de cara a las nuevas vanguardias obreras, para sacar experiencia y conclusiones para las futuras batallas que librará nuestra clase.