Libertades políticas y conquistas económico-sociales, en una sola lucha de clases organizada


Grandes masas movilizadas en muchas ciudades del país, entre ellas las más importantes, hicieron retroceder políticamente al presidente Milei quien recurrió a una flagrante mentira para intentar encubrir los dichos xenófobos, homofóbicos, en suma, trogloditas, vomitados en Davos y anunciados previamente en otros discursos internacionales.

Es así, que dijo que no dijo lo que dijo.

Los demonios que, en nombre de las “Fuerzas del cielo”, quiso conjurar en la mencionada reunión de la flor y nata del capitalismo mundial, son la personificación de los queridos, sagrados y elevados valores que habitan las conciencias populares originadas en decenas de años de lucha de las mayorías de la sociedad que no están dispuestas a que nadie los cancele gratuitamente.

Se trata de una parte de todas las libertades políticas a las que aspiran los trabajadores y pueblo oprimido, las cuales fueron conquistadas, arrancadas a la clase burguesa dominante, contra su escudo de dictaduras militares, gobiernos entreguistas y un arsenal de instituciones y medios represivos utilizados para frenar esas pretensiones democráticas, entre ellas, la reivindicación de la diversidad sexual, el matrimonio igualitario y su derecho a la adopción y crianza de niños, la legalización del aborto, la libertad de filiación y reunión políticas, el derecho a pelear y manifestarse por derechos y aspiraciones político-sociales, etc.

Pero la cosa no se limitó a las fronteras de nuestro país porque hubo réplicas en muchas capitales del mundo que expresaban los mismos intereses de los pueblos, en repudio a orientaciones y discursos similares eructados por funcionarios y gobernantes, siendo las más notables las movidas en Alemania, Francia, España y la movilización en Uruguay respondiendo a las convicciones del sector de la burguesía que expresa Milei.

En realidad, al atacar a los fantasmas que mencionamos más arriba, Milei y los sectores más reaccionarios del capital financiero, están peleando en contra de los trabajadores y pueblos laboriosos que, con su acción práctica, critican y luchan en contra del capitalismo y todo el horror que siembra la burguesía sosteniéndolo, a pesar de su decadencia y descomposición, como sistema de producción y reproducción del ser humano, reduciendo a las grandes mayorías quienes trabajan y producen a su menor expresión, pues las convierte en procuradoras de sus medios básicos de vida privándolas de desarrollar sus mejores virtudes humanas.

La pregunta es, ¿puede haber un sector de la misma clase burguesa que presente un plan político orientado a beneficiar a trabajadores y al pueblo oprimido?

A eso le respondemos rotundamente en forma negativa, pues estos gobiernos, a todas luces retrógrados, vienen a querer resolver lo que la impotencia de los gobiernos populistas, igualmente retrógrados a pesar de su discurso mentiroso, no pudieron solucionar, pues pretendieron arribar a los mismos resultados del actual mediante la aplicación de medidas más pausadas y extendidas en el tiempo, a pesar de que la profundidad de la crisis capitalista estructural no permitía más que una política de shock y disciplinamiento abruptos para garantizar una inmediata estabilidad, aunque no se prolongue en el tiempo, pues la lucha de clases dirá lo suyo.

La permanencia pendular entre unos y otros no significa distintos objetivos, sino diferentes metodologías. Unos, disciplinan bajo el bárbaro ajuste que de un plumazo reduce los ingresos populares, y los otros lo hacen bajo el yugo de la diaria y extendida pérdida de poder adquisitivo. Ambos congenian, con diversos discursos aparentemente opuestos, en la reducción de las libertades políticas para los trabajadores y el pueblo, y es por ello que no se enfrentan entre sí cuando se eliminan derechos y garantías democráticas que favorecen a los sectores populares.

Más bien se limitan a críticas verbales inocuas, esgrimiendo verdades a medias, que sólo intentan engañar a fin de obtener puntos electorales que los conduzcan a futuros puestos estatales e institucionales de todo tipo.

Unos defienden el Estado afirmando que es el instrumento regulador de las contradicciones sociales y otros afirman que lo reducen haciendo aspavientos mientras echan empleados y cierran instituciones que consideran inútiles para sus beneficios de clase.

Pero ambos sectores, a pesar de las distintas apariencias, alimentan al Estado a través del cual defienden sus intereses, robustecen sus fuerzas de seguridad, meten funcionarios corruptos que fallan siempre en contra de los intereses populares, arrebatan recursos de toda la sociedad para beneficio propio (pago de deuda estatal y privada), reparto de tierras, direccionamiento de recursos a ganancias de capitales individuales mediante subsidios, licitaciones, ayudas de inversión, emisión de bonos, etc., al tiempo que restan más y más recursos al beneficio social de las mayorías.

Los trabajadores y los sectores populares afectados por estas políticas del capital monopolista conocen que esas libertades políticas defendidas en las manifestaciones masivas del sábado pasado, son letra muerta si el tiempo de sus vidas se consume en conseguir los medios de vida indispensables, en medio de un contexto social hostil de violencia contra los trabajadores, con la espada de Damocles del despido y la persecución gremial y política ejercida en las fábricas y empresas de todo tipo, amén de centros de salud y educación.

En consecuencia, la resistencia creciente a la voraz y descarada transferencia de riquezas a los sectores más ricos, empobreciendo aún más a los más pobres, y las luchas por mejoras salariales, condiciones de trabajo y destino de los recursos estatales a la educación, salud, vivienda, y bienestar del pueblo, son la base material que hace posible el ejercicio de esas libertades políticas.

Por esa razón, afirmamos que la lucha y la organización popular libera a quienes la ejercemos. Masificarla implica unir la lucha económica y política en una sola lucha de clases contra la burguesía.

Ése, precisamente, es el programa de acción y unidad entre el proletariado y los sectores populares que nuestro partido revolucionario levanta, con la convicción de que no hay otro camino a transitar.

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