Una verdadera catástrofe humanitaria se vive en la ciudad de Bahía Blanca con una tormenta que hasta el momento descargó más de 200 milímetros de lluvia en la madrugada y provocó el anegamiento de gran parte de la ciudad, con casas y casi medio centenar de familias evacuadas. Autoridades locales confirmaron la muerte de una mujer en la vía pública y no descartaron que haya más víctimas fatales.
Se suspendió el transporte público y se llama a la comunidad que evite salir de sus viviendas. El aeropuerto se encuentra cerrado debido a la inundación que afecta a la terminal y la pista. Sin clases, sin Hospitales, en muchos casos sin luz, sin nada.
Las corrientes de agua que se forman sobre las calles y rutas toman una potencia tal que en su recorrido arrastran vehículos, varios de los cuales terminaron sobre las veredas y caminos.
Con tremenda desesperación la comunidad bahiense vuelve a vivir momentos muy dolorosos como hace poco más de un año, el 16 de diciembre de 2023, cuando un temporal de viento provocó destrozos en un gimnasio y 13 muertes.
En los medios burgueses aparece nuevamente “el debate” sobre el Estado. Si está o no.
Queremos volver a afirmar que el Estado está. Está al servicio de los monopolios y no de la gente.
Al capitalismo, sumergido en una crisis estructural, lo único que le interesa son sus ganancias a costa de la explotación del pueblo trabajador y el saqueo de los recursos naturales. La institucionalidad del sistema está hecha pedazos y no da respuesta a nada de lo que necesitamos. Por eso sentimos que ninguno de nuestros problemas será resuelto por los representantes de turno de los monopolios.
Todo esto se expresa crudamente –y nuevamente- en la reciente inundación.
Está claro que quienes gobiernan no sólo no hicieron nada para prevenir o resolver esto y ponerse a la cabeza y a la altura de las circunstancias de los acontecimientos, sino que además muestran su lado más inhumano y despreciable al sacarse los trapitos al sol, echándose culpa unos a los otros, tratando de evitar pagar el costo político. “Que si las obras las debía hacer la provincia, la municipalidad, la nación, o el Papa”…
En estos hechos –como en tantos otros- se puede ver claramente que el Estado al servicio de los monopolios coloca el dinero que nos roban a diario a través de los impuestos y de la explotación, para crear las estructuras necesarias para retroalimentar la succión de más y más capitales que realizan los grandes grupos económicos y no para resolver los problemas acuciantes que atraviesa el pueblo.
Gobiernan poniendo al servicio de esos intereses toda la superestructura política y social sin importar dejar un tendal de muertos ya sea por el hambre, la inseguridad, la explotación, la contaminación o como en este caso, por las inundaciones.
Sus argumentos siempre dejan al desnudo el grado de subestimación que le tienen al pueblo: que las lluvias fueron descomunales, que no eran las que se esperaban, que en pocas horas llovió lo que no llovía hace más de cien años, que la culpa es del “cambio climático”, que ahora tenemos un “clima tropical”, que los rescatistas y el personal de emergencia no dieron a basto…
¿Cómo puede ser que sigamos padeciendo esto “porque llueve”?
¿Qué explicación se puede dar ante semejante hecho de inhumanidad?
Cabe una sola respuesta: la vida humana, está presa de negocios impúdicos, de la corrupción asesina, de la vergonzosa disputa entre los que gobiernan, a los que sólo les preocupa que no los salpiquen los muertos, menos aún en un año electoral.
Una vez más, el negocio manda por sobre las necesidades de los de a pie, de los que trabajamos y hemos perdido todo.
Todos sabemos que existen los medios para evitar estos desastres y que el problema es multicausal, arrancando con la deforestación, a lo que se suman la falta de obras, la ausencia de radares y tecnología adecuada para la prevención climática, y todo este combo como producto de que la propiedad sobre la tierra o la explotación de la misma atiende a los intereses de los negocios y no a los intereses de toda la comunidad, al bienestar de la misma y al cuidado del medio ambiente de la nación. No está en sus «planes» mejorar la calidad de nuestras vidas.
No reaccionan porque no les interesa reaccionar. Su norte está en otro lado, y cada vez es más evidente. No son “tragedias climáticas”. Son asesinatos y la consumación de un despojo.
Y como siempre, el único que se pone al frente a resolver, es el pueblo solidario, poniendo manos a la obra, con unidad en la acción. Lo que demuestra que la cosa por abajo está muy caldeada y pone de manifiesto la separación que existe entre el pueblo y la burguesía.