La Constitución Nacional Argentina establece que el pueblo no delibera ni gobierna directamente, sino a través de sus representantes y autoridades creadas por la Constitución. Esto significa que el poder soberano del pueblo, que reside en él, se ejerce a través de los representantes elegidos por el voto popular.
Ayer se vivió una jornada bochornosa cuando una serie de candidatos en CABA, “debatían” el futuro inmediato en el plano electoral. Dieron asco, pero el abajo le dio la espalda y eso alivia el olor nauseabundo que despiden.
Lo que la Constitución indica es lo que se ha quebrado. Estos señores no son nuestros representantes, sería indigno para el pueblo considerarlos como tales y en verdad es abrumadora la idea de que estos personajes NO respondan a los intereses de las mayorías explotadas y oprimidas.
Estos mecanismos constitucionales dan muestras de desgaste también en el terreno de la CGT y de los gremios-empresariales. La movilización de hoy llamada por la “central obrera” ha sido rechazada por las bases, habrá presencia de los “cuerpos orgánicos”, no más que ello.
El sistema representativo de delegar el gobierno y el estado deliberativo sólo a “representantes” está quebrado. Ellos debaten y pelean por las migajas que les tiran desde el verdadero poder que ejercen los monopolios en el Estado mientras que la vida cotidiana de la inmensa mayoría del pueblo debate el cómo subsistir cuando las condiciones de vida se agravan diariamente.
Hay algo nuevo que está apareciendo y no termina de plasmarse.
La autoconvocatoria que está viniendo de abajo no es menor. La misma ya no es un fenómeno nuevo, por el contrario, a diario se resiste con esa metodología en donde no tienen cabida las manipulaciones electorales.
Se resiste, a veces como se puede y se va generando un proceso de confiar en las fuerzas propias del pueblo cuando esa metodología prueba fuerzas en la propia lucha. Hay idas y vueltas, se gana y se pierde como en toda resistencia, pero se va en ascenso.
Pero lo nuevo que está apareciendo y no termina de consolidarse es la conciencia política de que la autoconvocatoria debe elevar su mirada y transformarse en una alternativa política que ponga sobre la mesa que esa metodología lleva en sus entrañas la verdadera democracia obrera. Es decir: una democracia directa en donde una de las herramientas fundamentales es la práctica asamblearia ejercida desde la base para pesar en asambleas amplias.
No se trata de una unidad política de la clase obrera y del pueblo en el sentido que le da la Constitución Nacional para elegir “representantes”. Se trata que desde el abajo, desde el muy abajo, se sigan profundizando los debates y la deliberación de los caminos a seguir y en ese andar plasmar una unidad política que venga de abajo, bien pegada a las experiencias de todos.
Eso nuevo que aparece y está reflejado en nuestra propaganda es embrionario, no termina de consolidarse, pero es un signo que -de profundizarlo- se irá erigiendo en una alternativa al poder político reinante de la clase burguesa.
Este camino que se recorre, de mucha lucha autoconvocada ayuda a la aparición de compañeros y compañeras que están bien dispuestas a resistir el plan de la burguesía. Es con esas fuerzas que las y los revolucionarios deberemos profundizar en la idea política del para qué la autoconvocatoria, de su concientización hacia una democracia obrera, directa. De lo que se trata es que esas avanzadas a las que hacemos referencia vuelquen sus esfuerzos políticos hacia abajo.
¿Por qué insistimos en el abajo? ¡Porque ese abajo es subestimado!
El arco electoral de izquierda a derecha solo ve interés político enfocado en sus intereses de “representantes según la Constitución”. Las y los revolucionarios pensamos que la fuerza política fundamental para los cambios hacia una nueva sociedad de carácter socialista son esas grandes mayorías.
Nuestra política nos exige trabajar políticamente sobre lo que el arco burgués subestima y utiliza solo para un voto cada tanto. Es en ese pensamiento que las nuevas avanzadas deben prestar atención a esas mayorías silenciosas, las que no se ven, para producir un proceso de acumulación de fuerzas suficientes para la lucha por el poder.
Unidad de la clase, unidad de la clase con el pueblo, autoconvocatoria, democracia directa, dinámica asamblearia de abajo hacia arriba van configurando -todas ellas- un porvenir lleno de esperanza. En donde tienen cabida cierta esas mayorías despreciadas por el poder burgués.