Sin justicia no hay paz


El 22 de septiembre de 2022 Fernando Jara, 33 años; Gonzalo Molina, 30 años; y Víctor Herrera, 62 años fueron a trabajar a la Refinería NAO (New American Oil S.A) como todos los días… Pero ese día no volvieron a su hogar.

Un incendio provocado por la explosión de un tanque con fuel oil, nafta y solventes a altas temperaturas en el lugar de trabajo se llevó sus vidas, las ganancias del capital se llevaron sus vidas.

Algún desprevenido podría hablar de “accidente”, pero no, no fue accidente. Es la vivencia cotidiana de los trabajadores y trabajadoras del sector que; como dicen sus familias, “saben que se van, pero ninguno sabe si vuelve”, como una sentencia instituida, como el precio de ganarse el pan para sus familias.

No es accidente cuando las fallas eran conocidas, cuando se habían denunciado fallas pero la producción no se para, aunque las normas digan que cualquier trabajador que las detecte puede hacerlo, porque “esperá que llegue el de seguridad, vos sos sólo un trabajador”; cuando las auditorías no recorren el complejo completo, sino que sólo cumplen formalmente la revisión de seguridad; cuando ese tanque ya había explotado con anterioridad, y nunca se realizó después una inspección; cuando no tenían las válvulas de PCV que controlan la presión; cuando eran reutilizados de la empresa anterior, obsoletos y en desuso; cuando no había espumógeno suficiente para apagar el tanque ni se conocían las medidas a tomar ante un incendio; cuando la cabina se encontraba cercana al tanque, y la lista sigue.

Esta situación se repite constantemente en el trabajo petrolero, tanto para los obreros del sector como para los camioneros; se sabe que, a pesar de las ganancias extraordinarias que obtienen los capitales de la explotación del recurso y de los trabajadores, no se invierte en seguridad ni les importa hacerlo. La ganancia ante todo, la vida de los trabajadores es sólo un insumo desechable para ellos.

Ni las empresas, ni el gobierno, ni el sindicato, demostrando su triple alianza, tienen en su agenda la vida del pueblo trabajador; la única agenda que les interesa es cuánto entra a sus cuentas bancarias.

Tanto es así, que cuando aún sus familias estaban sufriendo el dolor de sus pérdidas, el sindicato envió unas “psicólogas” que, sin preguntarles a las familias, les impusieron recibir a un dueño de la empresa que, en una muestra asquerosa de cinismo, pretendió pasar por inocente; ejerciendo violencia sobre violencia ante el dolor de sus seres queridos.

Tanto es así, que la “justicia” devolvió a la empresa sus instalaciones sin haber concluido la investigación.

Tanto es así, que la empresa sigue funcionando como si allí nada hubiera pasado.

Tanto es así, que fueron amenazados los familiares de otros trabajadores que, sabiendo que esta situación no es una excepción, se unieron a la lucha por justicia que llevan adelante y a pulmón las familias de Fernando, Gonzalo y Victor; tratando de dejar en el desamparo y la soledad las denuncias que levantan con su dignidad y su dolor como bandera.

Es que, justamente, allí está la debilidad de quienes nos someten a esta barbarie para generar nuestros medios de subsistencia y dónde podemos imponer nuestras conquistas.

No es casualidad que el poder económico, y todas las instituciones a su servicio, sindicato incluido, intenten por todos los medios frenar la unidad y la masividad. Porque saben perfectamente que es allí, en el abajo unido y hermanado en la lucha, dónde ellos no pueden amenazar, dónde ellos tienen que ceder a las conquistas.

Saben perfectamente que ése es nuestro poder, que si sostenemos con firmeza la unidad por abajo, con democracia directa, con asambleas, desde la clase trabajadora, con las familias, con los demás sectores oprimidos, es dónde podemos pelear por la seguridad en los puestos de trabajo y todas nuestras conquistas, como clase que todo lo produce.

Sabemos y está demostrado que no podemos confiar en las instituciones, que la «justicia» no es  justa si no hay detrás un pueblo unido haciendo fuerza; proponemos participar y apoyar los actos que se realicen, y en particular los que se llevan adelante en el marco del juicio que se sigue contra parte de los culpables, porque esta lucha es de todo el pueblo trabajador.

Y decimos parte porque los que hacen negocios sobre la vida de la clase trabajadora no están imputados en la causa

¡Viva la lucha del pueblo en unidad por las víctimas de los negocios del petróleo!

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