Alemania: el gobierno de “Black Rock” (fondo de inversión)


Merz, un antiguo ejecutivo de Black Rock es -ni más ni menos- el nuevo canciller de Alemania.

Es decir, un Estado de la “talla” de Alemania gobernado por un fondo de inversión.

Este “sr.” Merz fue elegido canciller entrando por la ventana del parlamento de su país. Su espalda ancha como “ex” ejecutivo de Black Rock contrasta con una debilidad política única en una Alemania de posguerra donde nunca un canciller debió ir dos veces al voto para ganar el puesto de canciller.

Este fondo inversión actúa universalmente y cuyo principal accionista es Vanguard, que a la vez es poseedor de un plantel de “políticos” insertos en Estados que hoy por hoy ocupan puestos destacados en las administraciones.

Así lo hacen también G.P. Morgan, el G30, Club de Bilderberg, el Banco Interamericano de Pagos, Fidelity y otros titulares de fondos que se están entramando entre tecnológicas y el complejo militar industrial.

Cada núcleo de poder mencionado y otros tantos, en su interior tienen duras batallas políticas provocadas por la maraña de intereses entrecruzados.

A modo de ejemplo: el G30 al igual que en Davos, pero con más concentración de personajes políticos universales se reúne anualmente con entre 120 y 130 personajes, entre ellos, ex presidentes de bancos centrales, ex cancilleres, titulares de fondos de inversión como Jamie Dimon, director ejecutivo de GP Morgan o Larry Fink de Black Rock. Reuniones anuales, cuyo debate interno es secreto. Pero ese cónclave de poder oligárquico no ha dado garantías de unificar políticas, por el contrario, si en cada seno de estas multinacionales no hay unidad política de la envergadura que requiere el momento, mucho menos lo hay en sendas convenciones que a lo largo del tiempo se fueron multiplicando. Ni el G30 es el de antes ni Davos ni el club Bilderberg cumplen con los objetivos políticos planteados por un sistema capitalista acorralado de crisis estructurales duraderas.

NO hay una centralización política ni se avizora en el corto y mediano plazo.

El principal terreno de batalla para la oligarquía financiera son guerras las interimperialistas pensadas para el saqueo de los pueblos.

Cuando hace unos pocos días Elon Musk, dueño de Tesla, se muestra a golpes de puño en la casa Blanca contra Marcos Rubio -ministro de relaciones exteriores de EEUU, están dando muestras que en sus propias “fortalezas” crece el desencuentro. Es que Black Rock “garantiza” la reconstrucción de Ucrania y a la vez se hace poseedora de acuerdos de Estados para hacerse de tierras raras en aquel país. El interés que mueve a Tesla no es el mismo que el de Black Rock. La moneda está en el aire. Tesla está en China y utiliza sus tierras raras.

En muchos de estos círculos de poder como los mencionados participan “sres. y sras.” que también han sido o son miembros de instituciones políticas de todo tipo surgidas después de la segunda guerra mundial. Nos referimos al FMI, BM, OMC… en fin, instituciones que también dentro de sus propias filas conllevan mucho de lo perimido para el sistema capitalista y a la vez, una lucha por definir los nuevos roles y si verdaderamente estas instituciones deben seguir tal cual son.

Pero la vida es mucho más rica y los centros de decisión política se multiplican.

Las multinacionales dueñas de los Estados saben que tienen un punto débil: la lucha de clases.

Un contexto internacional en donde los BRICS quedan aprisionados y a la vez intentan airear a un sistema de explotación que da poco margen para satisfacer los negocios universales.

Los acuerdos alcanzados entre EEUU y China nos muestran ese entrelazamiento de intereses, en donde los grandes jugadores y de todo orden encontraron un oxígeno necesario para un futuro sin resolver.

Ya no se puede hablar de políticas de Estado “estables y duraderas”, y es allí en donde tallan los pueblos y estallan sus voluntades de cambio. Los intereses de clase antagónicos se reflejan en el estado de ánimo de miles de millones de seres humanos que ya no aceptan tan dócilmente las cosas como vienen.

Previa a la disputa india-paquistaní de estos días, ambos pueblos vinieron dando muestras de rebeldía contra sus administraciones. En India el presidente Mobi viene perdiendo fuerzas en el Parlamento producto de la lucha de clases y está a punto de perder un bastión fundamental en Behar. Estado con más de 120 millones de almas.

La prensa solo habla de atentados y disputas de cualquier orden, lo cierto es que son millones que castigan las administraciones globales y ese silencio se transforma en ruidoso y constante.

Lo mismo está pasando en países vecinos a Ucrania y a Rusia, en ellos los reclamos se suceden unos tras otros. Es de destacar la situación del pueblo de Rumania, que por estos días ha dado muestras de no querer seguir como hasta ahora, más allá que la prensa dirija la disputa de clases hacia un tema electoral.

En definitiva: el sistema capitalista se está mostrando tal cual es a los ojos de la humanidad, “un barajar y dar de vuelta” comienza a recorrer las mentes de explotados y oprimidos afirmando una ola de cambio que nos irá acercando a épocas de revoluciones socialistas.

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