La empresa Cerámica Cortines, ubicada en la localidad de Lujan, despidió a 136 trabajadores la semana pasada.
Crónica de una maniobra. Unos meses atrás la dirección de la empresa con un supuesto estado de quiebra presento un preventivo de crisis aduciendo una cuestión de costos, anticipando -con ello- una maniobra decididamente en contra de los trabajadores. Sin embargo, el preventivo presentado no fue ratificado y quedo en el aire.
Las malas lenguas dicen que los números presentados no eran razón para dicho preventivo. Frente a este panorama la directiva tomo la decisión de pagar el salario en cuotas y hasta el día de hoy lo sigue haciendo. La cerámica Ilva del parque industrial de Pilar con los despidos de sus trabajadores -¡oh… casualidad!- da cuenta de la misma maniobra poco tiempo antes de dejar en la calle 300 obreros.
La última semana de setiembre después de preparar el ambiente sobre “la crisis” que sufría la empresa, sus dueños tomaron la decisión y los 136 despidos de Cortines se impusieron.
Aduciendo en esta oportunidad, la baja de ventas y la apertura exportadora que generan “costos difíciles de afrontar”. Argumento que llevó a los empresarios directo al artículo 247 de la ley de contrato de trabajo que establece una indemnización reducida en caso de despido por situaciones de fuerza mayor que no dependen de la empresa, y al artículo 245 que prevé frente a estas situaciones la reducción del 50% de la indemnización que les corresponde a los trabajadores.
En los últimos años Cerámica Cortines amplió su planta e incorporó tecnología de última generación. El sostenimiento al día de hoy de turnos rotativos y del funcionamiento de la planta durante los 7 días de la semana con la puesta en marcha de la nueva tecnología habla a las claras de que la tan mentada crisis está lejos de ser la causa de los despidos.
En la burguesía la sed de ganancia está por sobre todo lo demás.
El burgués quiere tanto la apropiación de guita en sus manos que son capaces de cualquier iniciativa con tal de ganar más. La situación de los trabajadores, sus horas, días, meses y años de sus vidas esclavizadas produciendo -en jornadas extenuantes- ganancias para la patronal es lo importante. No es su condición humana sus condiciones de vida y trabajo, sino su condición de productor de riquezas ajenas. De allí que si tienen que tomar decisiones atroces lo hacen con la ruindad que los caracteriza tal como si se tratara de desechar maquinaria.
Tanto es así, que durante la pandemia los trabajadores fueron coaccionados a trabajar en la fábrica a toda máquina con permisos truchos. ¿Que produjo esta decisión? La muerte de un trabajador por covid y muchos otros contagiados severamente. La acumulación de ganancias durante ese periodo de pandemia más los años anteriores y los posteriores han permitido a costa de la explotación de la fuerza de trabajo lo que hoy es Cortines, que se vende a sí misma como empresa top.
Llegado a este punto la reducción de la fuerza de trabajo por medio de despidos, el pago de salarios en cuotas, las amenazas de más despidos y el intento de disciplinamiento lo explica todo. Es lisa y llanamente profundizar la explotación laboral para aumentar sus ganancias
Mentira impiadosa. Con casi 150 trabajadores menos la empresa continúa incrementando los niveles de producción. Según los propios empresarios la producción esta retrasada respecto de la demanda, por lo tanto, la exigencia es acelerar los ritmos productivos que hoy se traducen en 380.000 piezas cerámicas mensuales, para alcanzar las 500.000 que demanda hoy el mercado. Es un número menor respecto de años anteriores, es mucho mayor respecto de la cantidad de trabajadores produciéndolos. Y… ¿el estado de quiebra?… Una ruin mentira.
Por lo tanto, el ataque a los trabajadores no se inició con los despidos sino con las maniobras sobre su crisis y el pago de salarios en cuotas. Con los aprietes para producir más. Con la resistencia para enfrentar esta situación. Los despidos son consecuencia de una política empresarial que se ampara en la ley de bases –flexibilidad laboral de por medio- en el aumento de la productividad laboral con menos cantidad de obreros y en la extorsión directa con más despidos si los trabajadores resisten estos ataques o apoyan la resistencia de los despedidos.
Hasta la concreción de los despidos se hicieron varias asambleas porque se olfateaba el escenario.
Después de los despidos la resistencia pasó a una instancia más fuerte donde el estado deliberativo y asambleario se tradujo en acción directa como el desarrollo de bloqueos en las puertas de la empresa, donde intervinieron fuerzas policiales e intentos represivos que casi llegaron a ser cruentos.
Con posterioridad se sostuvo el bloqueo, pero se avanzó en la realización de movilizaciones, una de ellas con trabajadores de Ilva, y se profundizaron las denuncias sobre el hecho que la empresa no solo no está en crisis, sino que quiere pagar las indemnizaciones al 50%. Lo que sin duda es motivo de más conflicto.
Todas estas iniciativas fueron llevadas adelante por las bases de los trabajadores despedidos y el apoyo de trabajadores de la empresa. El sindicato de camioneros y CTA hicieron un apoyo formal respecto del acampe y el bloqueo de y allí no pasó. Pero el sindicato ceramista ni siquiera llego a eso.
Frente al estado de movilización que la resistencia de los trabajadores estaba ejerciendo y por ser la supuesta representación gremial brilló por su ausencia, siguiendo la conducta de la propia CGT que apenas esbozo una declaración. Hasta ahí llegó su “representación de los trabajadores”. Ese es su papel: no enfrentar a las patronales y no hacer nada, para eso les pagan.
Por otra parte, los grandes medios de comunicación que difundieron los despidos utilizaron el conflicto como una información electoral, limitándose a situarla como un número más dentro de las estadísticas nacionales, sin ningún interés sobre la situación de los trabajadores. Instituciones como los Ministerios de Trabajo, Nacional y Provincial se lavaron las manos frente a sus denuncias.
Frente a este escenario Cortines y sus dueños -los señores Luis Rabanal y Ramón Carrio- apuestan al desgaste de la resistencia y a prolongar la situación manteniendo su postura de pagar las indemnizaciones al 50% mientras la fábrica sigue produciendo. Por otra parte, ya se sabe que las próximas contrataciones serán flexibilizadas, amparadas por la ley de bases, que oficialismo y oposición garantizaron al empresariado en el parlamento.
La decisión tomada por los trabajadores es profundizar su lucha. Es decir, fortalecer su resistencia y sostenerse frente a las maniobras de la empresa.
La burguesía amparada en sus propias leyes antiobreras, las leyes del sistema, mantiene su ataque, pero el peso de la unidad de las bases los puede quebrar.
Para ello es necesario sumar fuerzas de los propios trabajadores de la fábrica, sumar fuerzas de trabajadores de otras empresas, movilizar a las familias, movilizar al pueblo de Luján frente a semejantes atropellos. Es decir, multiplicar y enfrentar con la fuerza de las bases para quebrar este plan de sostener salarios en cuotas y el no pago indemnizatorio.
Lo que por arriba resultó ser una verdadera pérdida de tiempo que juega a favor de Cortines, puede como en otras experiencias de lucha recientes- resolverse con la fuerza y la iniciativa de los de abajo.