Las elecciones pasaron ¿y ahora qué?

 


Cuando finaliza la jornada y teniendo trabajo o no, el dolor, la angustia y la bronca se van profundizando.

El proletariado está en “ruinas” y cuando le tocan el bolsillo y la dignidad de clase, los desposeídos y desposeídas intuyen que el camino es presentar batalla.

Venimos de una situación en donde centenares de miles ya han probado la calle para enfrentar al gobierno y con ello a la clase dominante en su conjunto. Ya el proletariado ha comenzado a dejar el peso sombrío del engaño padecido en el proceso de la democracia burguesa transitada.

¿Cómo se ha manifestado?

A esta altura podríamos afirmar que no han caído en saco roto los enfrentamientos que la clase obrera ha dado hasta aquí. Se han fogueado muchos compañeros y compañeras con resultados diversos, pero con la convicción de muchos de ellos que las cosas así no deben continuar.

La votación y la “no” votación expresaron que las fuerzas políticas tradicionales, el gobierno y sobre todo los sindicatos-empresariales están bajo la permanente observación y rechazo de una buena parte de nuestro pueblo. El estado deliberativo abajo se ha intensificado.

Es entonces que cuando “te tocan el bolsillo” y comienza a faltar la comida en tu plato, la procesión que va por dentro apunta a cambiar la calidad del momento que estamos viviendo.

A pocas horas del resultado electoral en donde el gobierno y toda la clase burguesa han tomado una “bocanada de aire fresco” ellos mismos advierten que si el ajuste no se hace ahora el futuro inmediato será confuso.

Con un 26% de aprobación al gobierno, ir a fondo con un ajuste que apunta a la reforma laboral y jubilatoria requiere de rapidez y en ello el gobierno apuesta a la inmediata convocatoria a sesiones extraordinarias para tratar presupuesto 2026, reforma laboral e impositiva incluida.

Sin embargo, pasado “ese aire fresco” para el gobierno, el no haber ido a votar masivamente (12.000.000 de personas) no ha pasado desapercibido ni para la clase dominante y sobre todo para una buena parte de la población que se ha sentido identificada con ese brote de rebeldía.

Varios conflictos estallaron entre el lunes, martes y hoy, la lucha de clases no se toma vacaciones. Y en ese camino seguirán creciendo las avanzadas dispuestas a dar pelea.

Nada de todo lo que hizo nuestra clase obrera hasta aquí irá para atrás. Por el contrario, cuando se meten a tocar el plato de comida y la dignidad, la rebelión se seguirá amasando en las condiciones que la resistencia creciente se vaya planteando.

La reforma laboral hay que torpedearla.

Combatirla como se pueda, hay que enfrentarla con la plena movilización.

Es una lucha eminentemente política en donde la clase obrera, el proletariado deben confiar en las propias fuerzas, en la propia experiencia de participación directa de las bases más amplias fortaleciendo los procesos de unidad que vienen desde abajo.

Estos millones cuentan con que una buena parte de esa conducta de no ir a votar sea la base de sustento de la rebeldía. Nada de toda esta batalla es delegable a las burocracias sindicales que han entregado la dignidad de nuestra clase.

Hay que enfrentarlos porque sabemos que la clase dominante no tiene legitimidad.

Solo han ganado en la legalidad burguesa que domina desde esas propias instituciones podridas hasta lo más profundo. Enfrentar la reforma laboral y -desde ese inmediato objetivo- elevar un peldaño la lucha política por cambios profundos y -con ello- fortalecer las nuevas organizaciones de base que se están constituyendo.

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