La lucha de clases no se borra con las elecciones

 


Tanto en nuestra página web como en nuestras redes sociales hemos venido publicando estos días una serie de artículos y contenidos donde damos nuestra visión sobre las recientes elecciones.

“El análisis que hacen ustedes no lo hace nadie”, comentaba una compañera de trabajo; cosa que sin contexto puede leerse de dos maneras: o que somos unos descolgados y nos caímos del mapa, o que estamos analizando las cosas desde una perspectiva diferente, no habitual en lo que se escucha en los medios, sean del tamaño y del color que sea.

Efectivamente, lo que decimos lo hacemos desde una perspectiva de clase, en total confrontación con los intereses de la clase dominante (la burguesía) en cualquiera de sus facciones y gobiernos de turno, los de antes y el de ahora.

“En mi familia no conversamos nada, porque no hay nada para discutir. Ya sabíamos que no había que ir a votar y punto. Nada más que hablar. En el sector sé que mucha gente no fue, pero nadie quiere decirlo públicamente porque la empresa y el sindicato nos mandaron a votar al peronismo, y si se enteran que no fuimos se te pudre”, decía otra compañera.

Más allá que desde el pensamiento que emana de las usinas de la clase dominante se intenta asociar el abstencionismo o el no voto a la apatía o al desinterés, nosotros decimos que en realidad es una forma de rebeldía contra lo instituido (en todas sus vertientes) aunque esa rebeldía no se exprese hoy de forma “organizada”

Es la democracia representativa la que está cada vez más debilitada, “delegar para que otros resuelvan mis problemas” está estructuralmente erosionado.

Las elecciones son un acto momentáneo, está dicho, y lo que queda el día después es lo que importa. Allí es en donde hay que persistir. Quién piense que esto ha sido un cheque en blanco para el gobierno de Milei y sus secuaces chocará con la pared de la lucha de clases.

Está claro que intentarán golpearnos. Que trabajemos cada vez más horas y peor, que la plata nos alcance cada vez para menos achatando más aún nuestros salarios, apretarnos por más productividad, carcomer los Convenios Colectivos (conquistados en años de lucha) y un empeoramiento general de las condiciones de trabajo y de vida para millones.

El objetivo de TODA la clase burguesa es aprovechar el momento para seguir sosteniendo y aumentar las ganancias de una minoría que es la que en realidad decide y gobierna.

El circo electoral es una herramienta que utiliza la burguesía para intentar legitimar sus planes y sus candidatos, que siempre deciden a favor de los negocios de las grandes empresas, apropiándose de lo que las grandes mayorías generamos con nuestro trabajo.

Ya se sabe las elecciones jamás resolvieron los problemas de la clase obrera y el pueblo.

Los planes y políticas que indefectiblemente intentarán llevar en nuestra contra no se frenan en el Congreso, sino organizándonos y movilizándonos desde las bases, clavando estacas (es decir: organizando cada experiencia de lucha para que acumula hacia la próxima), pegándoles donde les duele y concretando verdaderos caminos de unidad política con nuestros hermanos de clase.

La lucha de clases nunca se borra con las elecciones. A lo largo de nuestra historia como clase siempre hemos resuelto nuestros problemas en la calle, con la movilización y la lucha.

Por ello, desde nuestro partido, persistimos una y otra vez en profundizar las tareas que hay que hacer. Un proceso de verdaderos cambios, revolucionarios, que partiendo desde los intereses de la clase obrera incluya a las amplias mayorías del pueblo oprimido. Ese proceso no tiene nada que ver con la “grieta” que promueve la burguesía y que le es tan funcional.

 

Por el contrario, la debilidad aún de una alternativa de cambio revolucionario exige una responsabilidad mayor.

A este gobierno no hay que dejarlo gobernar como pretende. Hoy como nunca debemos aferrarnos al terreno concreto, allí es en donde no deben pasar. Sostener la independencia política y que nada nos saque de ese camino.

El abajo no se detendrá, como lo demuestra la historia política de nuestro pueblo. El gran desafío que tenemos las y los trabajadores es buscar y construir una salida independiente de los poderosos, transitar el camino hacia una vida digna, multiplicando el potencial que anida en nuestro pueblo.

Ese espíritu de rebeldía es una base con la que ya contamos. Pero la bronca y el odio de clase no alcanzan, deben adquirir una dirección política, un verdadero horizonte de dignidad, que hoy no los deje gobernar, a la vez que construya un proyecto por nuestra emancipación. Profundicemos ese proyecto político independiente de la clase obrera, que arrincone a la burguesía y la deslegitime aún más.


Marcha por el agua en Caleta Olivia (Santa Cruz)

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