El gobierno y todas las expresiones políticas de la burguesía (denominadas oposición), la cual incluyen a la CGT y los periodistas a sueldo del sistema, pretenden avanzar sobre el deterioro de los derechos laborales y de vida de trabajadores y jubilados.
Desde hace tiempo, los empresarios vienen ejecutando acciones que deterioran los salarios; intensifican los ritmos de trabajo; reducen personal obligando a la multiplicación de trabajos en menos cantidad de manos; fraccionan vacaciones; suspenden trabajadores de acuerdo al flujo de producción; pagan indemnizaciones en cuotas, reducen las mismas o directamente no las abonan; descuentan haberes por inasistencias por enfermedades; reducen o directamente eliminan premios anuales; no permiten elecciones limpias en las empresas echando a los candidatos que les resultan “peligrosos”; echan a delegados con inmunidad gremial; echan a huelguistas; protestan contra los juicios que los trabajadores les inician por incumplimiento de sus deberes, tildando a dicha instancia como “industria del juicio”, etc.
Lo mismo hacen, conjuntamente con los gobiernos de turno, con las jubilaciones a las que llevaron a haberes paupérrimos de indigencia.
Ahora, pretenden legalizar todas esas acciones y otras más, mediante la ley de reducción de derechos para los trabajadores la cual denominan “reforma laboral”. El objetivo de esta ley que quieren aprobar es dar vuelta todo: lo que antes era piso, a partir de la aprobación de esta ley, será techo. Ejemplo: Si antes, la legislación contemplaba derechos humanos elementales y un salario básico del cual se partía para obtener mejoras tal como lo establece la actual Constitución Nacional, con la nueva ley se parte de cero para llegar al salario básico, eliminándose todo derecho, para someter a todos los trabajadores y jubilados con su tramposa ley previsional a todas las arbitrariedades e iniquidades patronales.
Todo esto practicado en contra de la Constitución Nacional que ellos mismos dicen que hay que respetar y, además, castigar a quienes no la respetan.
Repasemos una vez más lo que dice el Artículo 14 bis de la Constitución: “El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor, jornada limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección; protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial. Queda garantizado a los gremios: concertar convenios colectivos de trabajo; recurrir a la conciliación y al arbitraje; el derecho de huelga. Los representantes gremiales gozarán de las garantías necesarias para el cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas con la estabilidad de su empleo. El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable. En especial, la ley establecerá: el seguro social obligatorio, que estará a cargo de entidades nacionales o provinciales con autonomía financiera y económica, administradas por los interesados con participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes; jubilaciones y pensiones móviles; la protección integral de la familia; la defensa del bien de familia; la compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna.”
Este artículo fue ganado con luchas que significaron muertes, cárceles, torturas, desapariciones y exilios durante décadas. No fue incluido por la burguesía y los gobiernos de turno de esa clase, por propia voluntad. Por el contrario, fue impuesto por la fuerza movilizada de la clase proletaria…
Tal como surge de la comparación entre dicho artículo y la realidad a la que nos somete la burguesía en sus fábricas y empresas apoyándose en la acción del Estado a su servicio de la mano de su administración por los gobiernos de turno, se ve claramente que, cuando a la burguesía le conviene, no respetan la ley que ellos mismos escriben y que pretenden que los trabajadores respetemos.
Así como la burguesía utiliza la fuerza de su poder emanado del dinero, es decir del capital, para imponer sus intereses sin importarle lo que dice la ley, los obreros y trabajadores en general, debemos basar nuestros reclamos y luchas por nuestros intereses en nuestra propia fuerza, aunque ello signifique saltar los cercos de la legislación vigente. Este es un punto central, ya que ninguna ley beneficiosa para los obreros y trabajadores en general fue ganada (escrita o de hecho) sin haber barrido con las vallas que la ley vigente aprisionaba y limitaba las aspiraciones de quienes todo lo producimos.
Si la burguesía se basa en el poder del dinero (el capital) para imponer condiciones e intentar someter a los trabajadores, nosotros debemos basarnos en el poder de la producción del dinero que es el resultado de nuestro trabajo, la creación de la plusvalía con la que salen todos los productos de las fábricas. Recordemos que la plusvalía es el valor que se produce luego del mínimo tiempo de trabajo de cada jornada laboral en que los obreros justifican el valor de su salario.
Esto no lo va a hacer gobierno alguno o empresario que pretenda pasar como “humanizado”, ni la CGT ni los gremios que acordarán con el gobierno y la patronal a cambio de las prebendas que sostienen. Esto será posible solo con el protagonismo de los obreros tal como se viene haciendo en cada lucha.
Por supuesto que la patriada depende de la masividad, la organización y de la utilización de todos los medios de lucha a nuestro alcance, desde el trabajo a reglamento, la huelga, los cortes a los accesos a fábricas y parques industriales, y otras medidas, todo decidido en asambleas y ejecutados por la clase obrera en unidad con toda la fuerza social que se logre reunir en cada ocasión hasta alcanzar un movimiento nacional que crezca, desde la base, desde lo pequeño a lo grande, desde lo local a lo regional y nacional, para imponer nuestros intereses y aspiraciones a una vida digna y al objetivo de emanciparnos de la explotación.
En los obreros productores de la riqueza y los valores que forman el capital, está la llave de nuestro futuro del que dependen los jubilados y los oprimidos del pueblo.
Acordémonos de nuestra propia historia proletaria en la que se ratifica que la lucha de clase es la creadora de los derechos escritos o de hecho, y no al revés como pretenden hacernos creer.