Cuando se trata de negocios de la oligarquía financiera, el gobierno de Cristina Kirchner y sus secuaces, como el secretario de medio ambiente de la nación, Juan José Mussi, de forma inescrupulosa, salen a defender lo indefendible, justifican lo injustificable, y pretenden explicar lo que no tiene explicación a fin de dejar bien parados a los dueños del Estado.
El día jueves pasado, Juan José Mussi, realizó declaraciones sobre la explotación minera en Famatina, La Rioja, luego de 18 días de protesta, y señaló que «La minería no es un demonio», por lo que «La comunidad no debe decir que no a la minería». También agregó: «Si una comisión de técnicos de los países de origen de las empresas (viaja y estudia), no hay de qué dudar (…) Si los vecinos aprueban que la metodología que se utiliza en sus provincias (en la explotación minera) es la misma que utilizan sus inversores en sus países, no hay problema. Lo que hay que cuidar es que no seamos chanchitos de indias». Y para ponerle el broche de oro, al día siguiente continuó con las fantásticas declaraciones y dijo que “La concientización e información alrededor de la actividad minera deberá conducirnos a planes de gestión que aseguren no sólo la protección ambiental sino también el desarrollo de las regiones que cuentan con recursos de esta naturaleza”
Solamente con esas tres frases, se desviste la verdadera esencia clasista de la política del gobierno de los monopolios. En primer lugar este personaje, está diciendo que no hay que “dudar de las multinacionales mineras”. Las mismas que son parte de la oligarquía financiera que no tiene patria, y que cuando se trata de negocios, la única bandera que defienden es la de las ganancias por sobre todo. En segundo lugar llama a confiar en quienes día a día se roban todos nuestros recursos naturales a cambio de explotación, destrucción del medio ambiente y de la vida humana. Llama a no “dudar” mientras que no se necesita de ninguna “comisión de técnicos” para saber que la minería envenena enormemente el suelo, el agua y el aire, y que destruye nuestros patrimonios naturales dejando profundos cambios nocivos en el ecosistema. Y por ultimo también hace una mención y un llamamiento a la “concientización“ para garantizar planes de gestión, entiéndase esto, para que el Estado argentino, a través de su gobierno, les facilite a estas transnacionales todas las condiciones necesarias para la explotación minera.
Al igual que en el conflicto contra la instalación de las pasteras en las costas del rio Uruguay, llevado a cabo por los pobladores de Gualeguaychú y apoyado nacionalmente por el pueblo, el gobierno vuelve a tomar la misma posición: la de llevar adelante el proyecto de explotación, con el supuesto cuidado del medio ambiente. Si bien, luego de aquel largo conflicto, lograron instalar las pasteras en Uruguay, esta vez la lucha en Famatina, refleja las innumerables luchas por una vida digna en todos los rincones del país. Y materializa la posibilidad de avanzar hacia la nacionalización de la lucha contra las empresas transnacionales que se llevan nuestros recursos naturales y a destruyen la vida de los argentinos.