Para hoy está anunciado un acto oficial a “puertas cerradas”, unos medios dirán que estuvo colmado y otros dirán o darán a entender que la gente es “tonta” porque apoya a este gobierno.
Desde los anuncios oficiales, estadísticas del Estado o de instituciones privadas ya no pueden ocultar lo que está pasando en la vida real de cada hogar argentino. La virulencia que ha tomado el aumento del costo de los alimentos, los impuestazos, se hace cada vez más insostenible vivir. La mora en los pagos de las tarjetas de cada trabajador es un síntoma expuesto de la crisis amén de un comienzo de una película ya vista de quiebre de la cadena pagos realizados por varias empresas.
¿Por qué avanzamos a un punto de inflexión? Porque esa “gente” a la cual el poder tiene tanto desprecio, 40 millones, la gran mayoría no estamos dispuestos a tolerar un agravamiento en nuestra situación de vida, no estamos dispuestos a quedarnos de brazos cruzados ante el “arrebato” que se está produciendo por parte del Gobierno de los monopolios.
Ayer por la tarde, a modo de ejemplo, 62 líneas de colectivos de la zona sur de provincia de Buenos Aires hicieron un paro por mejoras salariales, no fue cualquier paro, las bases con sus delegados en una movilización autoconvocada superaron a la burocracia de la UTA, le pasaron por arriba y le dieron un plazo de 24 horas para concretar el aumento. El llamado a parar a zona norte y zona oeste con éstas características no se hizo esperar.
Esta semana fue de furia y así se seguirá por el camino de las protestas, las movilizaciones y el enfrentamiento. En este marco las peleas dentro del gobierno, fuera de él, y de todos contra todos por el reparto del botín se seguirá agudizando y sus manifestaciones son y serán cotidianas.
En este contexto comienzan a difundirse las ideas revolucionarias y las luchas también comienzan a acumularse en el plano político revolucionario. Comienza en definitiva una nueva vuelta de tuerca en la lucha de las clases, ya las luchas por las conquistas no terminan en las luchas por las conquistas, se entrelazan con los proyectos políticos revolucionarios en danza.
Cuando los de arriba ya no pueden dominar como antes y los de abajo se disponen a nuevos desafíos se hace imprescindible avanzar seriamente y en todos los planos en la difusión del proyecto revolucionario, del ¿para qué luchamos? y ello será posible si los destacamentos ya constituidos de revolucionarios y vanguardias muy amplias comienzan a tomar las riendas del futuro y concentran una parte de sus fuerzas en agitar y propagandizar entre el pueblo, él hacia dónde vamos. Se debe inundar al pueblo de las ideas que se corresponden con esta etapa histórica, de entrada a una nueva situación de enfrentamiento con el poder.
Cada fábrica, cada parque industrial, cada escuela, universidad, barrio deben “codearse” con la salida revolucionaria, deben “tutearse” con ese lenguaje, debe asimilarse que cada lucha por conquistas cobra un sentido político revolucionario de cambio.
Acompañando ese estado deliberativo entre el pueblo, la preparación de las fuerzas se hace imprescindible, la organización en todos los planos, la unidad bien enraizada desde la lucha; en ello deberemos tener en cuenta la idea central de construir fuerzas materiales y concretas, construir las fuerzas de poder popular. Son acciones que ya no dependen si en ese momento se lucha o no, es una tarea que los revolucionarios y las vanguardias deberemos realizar sin vacilaciones a cada momento.