La crisis política en Argentina responde a la lucha de clases en nuestro país y al contexto de lucha de clases en el plano internacional.
Mientras el capitalismo concentra la producción en cada vez menos manos, la crisis que atraviesa a la burguesía monopolista no les permite concentrar en política las decisiones por imponer los planes de mediano y largo plazo para paliar o amainar la feroz guerra por los mercados.
La lucha de clases manifiesta su profundización y extensión a niveles altísimos cuando miles de millones de hombres y mujeres de todas las latitudes de una u otra forma están asqueados del sistema y luchan por cambiar el estado de las cosas.
Veamos un claro ejemplo de estos intentos burgueses.
Por estos días altos funcionarios de los Estados Europeos piden conformar un órgano para exigir cambios presupuestarios nacionales como parte de un plan para salvar el Euro y fortalecer la unión Europea.
¿Quiénes lo piden?
Desde el Consejo de Europa, su presidente Herman Van Rompuy, el presidente de la comisión Europea José Manuel Barroso, el presidente del Euro grupo Jean Claude Juncker y el presidente del banco Europeo Mario Draghi, exigen mayor integración fiscal, creación de Eurobonos. Alemania no está de acuerdo por riesgos financieros de sus bancos, salvo que el poder de decisión política se concentre fundamentalmente en el Estado Alemán.
¿Si es tan sencillo, por qué no ejecutan esas medidas?
Los Estados monopolistas de Europa son los instrumentos políticos que están en crisis para enfrentar lo que ya lleva varios años. Cuando los pueblos no están dispuestos a recibir los mandatos de los gobiernos y comienzan a protagonizar la historia, se abre una nueva era de cambios sociales. La centralización política requerida por la burguesía se va haciendo añicos, los planes son válidos por unas horas, días o semanas, pero nada de todo ello es claro para el futuro político que proteja sus intereses.
Ellos se mueven en el día a día, son coherentes con el sistema que los cobija, responden en política a la anarquía en la producción en un marco en donde los mineros de Asturias, España, a modo de ejemplo, llevan una delantera en mostrar al mundo que la oligarquía financiera no pasará.
En nuestro país, los dos discursos emitidos, uno por la Presidente, y el otro por Moyano, mostraron hasta qué punto la burguesía monopolista expresa desazón cuando nuestro pueblo gana las calles, crea un estado deliberativo y se politiza el carácter que va adoptando el enfrentamiento. A tamaña concentración y centralización de capitales, el poder burgués necesita instalar un discurso único, bien centralizado. Esa correspondencia entre el grado de concentración económica y centralización política está extremadamente débil, o más bien, imposible de lograrse.
En todo el planeta, los pueblos del mundo van llegando a una conclusión: se sabe lo que no se quiere y, desde esa unánime idea que erosiona cualquier intento de unidad política de la oligarquía financiera, se está en la búsqueda de una salida en una manifestación de múltiples ideas que se unifican en la gran ambición de que el Hombre y la Naturaleza estén por encima de cualquier negocio y de cualquier mercado.