Desde largo tiempo, los presidentes de las empresas monopólicas hacen conocer públicamente, a través de sus medios de comunicación, sus preferencias en las ediciones dominicales de prensa, las orientaciones políticas económicas para la coyuntura.
Así lo hicieron el presidente de Impsa, Pescarmona; Pérez Companc; Rattazzi, el presidente de GM, etc.; y este último fin de semana le tocó el turno a Aníbal Borderes, titular de Toyota.
Como todos sus colegas, reivindica el papel de los sindicatos y su razonabilidad, su actitud conciliadora a la hora de discutir salarios y de avasallar los derechos de los trabajadores, particularmente, la falta de respeto a la jornada de 8 horas.
Pero ahora están concentrados en ordenar la tropa de sus políticos, tanto al gobierno como a los que hacen de “oposición”. Todos están metidos en una vorágine de discusiones y peleas internas electoralistas y descuidan y pierden el rumbo en las necesidades de los negocios monopolistas.
Con ello profundizan la crisis política de todo el sistema de dominación, llevándose puestas las instituciones del Estado. Crisis política a través de la cual los trabajadores y el pueblo avanzan hacía una ofensiva que les puede arruinar sus futuros negocios.
La línea es entrar en un nuevo ciclo de endeudamientos. Hoy lo que hay que resolver sí o si, dicen, es la toma de créditos externos con garantía del Estado (tal como lo hizo Cavallo en su momento).
¡Resuelvan!, es la orden. ¡Cómo sea! Con el Fondo del Bicentenario o como más les guste, pero resuelvan.