Grandes acontecimientos de la lucha de clases comienzan a ser parte del escenario cotidiano.
Por estas horas, el frigorífico Santa Elena está tomado por sus obreros por falta de pago y amenaza de cierre. Ayer, 60 detenidos en la Panamericana, miles de obreros y vecinos en las calles en defensa de los 57 trabajadores despedidos, conflictos de importancia nacional como el de los petroleros, pesqueros y tantos otros.
La conflictividad está dada y habrá que ir a nuestra historia, para ver que pasó cuando esto sucede.
El gobierno de los monopolios no puede ocultar el sol con una mano. Cada medida que toma, (y es propio de que así sea o que al menos lo intente) choca con la imposibilidad que le opone el escenario antes mencionado.
En el día de ayer sucedió algo «curioso», que pasó casi inadvertido, pero que contiene una problemática política que puede ir expandiéndose. El mismísimo secretario de seguridad, Sergio Berni, estuvo en el operativo represivo de la Panamericana; es decir, la conflictividad exige disparar con munición gruesa, no sólo un despliegue majestuoso de gendarmes y carros hidrantes, sino y sobre todo, exponer a un secretario de seguridad -un puesto eminentemente político- en lo que “parecía” un corte cotidiano, de los tantos que se producen en el país.
Por arriba se inventan debates, que incluso reflejan un agudizamiento de la crisis política en que están embretados. Resulta que los “problemas” de los argentinos son la re-reelección de Kristina, la pelea entre De La Sota y el gobierno nacional, que si una, dos o tres CGT, etc.
Pero los verdaderos problemas van en aumento: la inflación, el bajo salario, la presión fiscal al trabajo, las condiciones de trabajo inhumanas, el no pago del salario familiar, los medios de transporte en colapso generalizado, la inseguridad de la población, en fin, la caldera está sometida a presión y el gobierno se hace el distraído, pero está obligado a sacrificar su impronta repugnante de “Nacional y Popular”. Usted, señor secretario de seguridad, es un nuevo cartucho que se dispara al vacío. Un costo político que seguirán pagando y que nuestro pueblo movilizado se los hará sentir.