La cúpula de la Iglesia Católica declaró su preocupación por la crisis política que atraviesan las instituciones del Estado burgués, en el medio de las peleas entre el gobierno y la oposición parlamentaria. Desde luego, la crisis política de la que habla la Iglesia sólo se refiere a las peleas por arriba, sin explicar un ápice sobre las verdaderas causas y la real dimensión de la crisis política que atraviesa el sistema capitalista en nuestro país.
Este es el primer punto: la crisis política es de todo el sistema y sus instituciones, no de un gobierno. Por lo tanto, el llamado a la cordura de las dirigencias es como un llamado al orden a los lobos que se encuentran al acecho de la presa, sin importar pelo ni seña. Esta es la situación de toda la política burguesa y no se puede esperar otra cosa. La burguesía monopolista está en una carrera desenfrenada por los negocios y la rapiña, a como dé lugar, y no repara en métodos.
El otro punto, el más importante y determinante, es la situación de alza de masas que se vive en toda la extensión de nuestro territorio. El descreimiento, el rechazo y la bronca de todo el pueblo acrecientan la gravedad de la crisis política.
Toda iniciativa que venga de arriba sufre el descrédito popular, se topa con la desconfianza y, desde el vamos, pierde peso absoluto para cumplir el cometido que se propone. Este fenómeno, que se expresa en cada hogar del pueblo, en cada lugar de trabajo, de estudio, es el verdadero tembladeral donde naufraga la política del sistema y en el que se multiplica la crisis por arriba, produciendo una inestabilidad inédita a todo el conjunto de las instituciones del sistema.