La burguesía tiene la “facilidad” de mimetizarse de acuerdo a sus necesidades, es decir, de acuerdo a sus negocios. Su facciones aparecen a veces “confrontando” entre ellas, siempre viendo cómo se reparten lo mejor de la torta; pero a “la hora de los bifes”, cuando el peso de la lucha de clases les mueve la estantería, se alinean como un solo hombre para continuar explotándonos y exprimiéndonos, chupándonos la sangre. Con el cierre del 2012, la clase dominante pone a rodar sus discursos, que buscan marcar el terreno de cómo pretenden arrancar el año que se inicia. Más productividad, hay que conservar las fuentes de trabajo y dejar los salarios quietitos…
Su “lógica” es una sola: avanzar sin trabas ni palos en la rueda. Pero esta necesidad choca violentamente con los graves problemas políticos que tienen en el terreno estratégico, y que podríamos resumir en:
1.- Profundo cuestionamiento político de los trabajadores y el pueblo a todas las decisiones tomadas por el gobierno.
2.- Rechazo a todo el arco institucional, llámese Poder Ejecutivo, Legislativo, Judicial, gobiernos provinciales y municipales, sindicatos, etc.
3.- Nacionalización y masificación de la autoconvocatoria en todos los ámbitos de las masas, utilizada para ejercer la democracia directa y alcanzar objetivos reivindicativos, políticos y sociales.
4.- Debilidad política y resquebrajamiento del gobierno, sin reacción ni rapidez frente a un escenario de negocios que exigen recuperar la “confianza”.
5.- Incapacidad de todo el arco político (“opositores” y “oficialistas”) de generar alguna expectativa para recuperar los espacios perdidos.
6.- Una clase obrera que ha puesto la confrontación en alza, con niveles de socialización de la producción nunca vistos, que chocan con todas las viejas formas de organización sindical y políticas, dejándolos al desnudo.
Este es el piso, el nivel en que se encuentra la lucha de clases en el año que se inicia.
La autoconvocatoria y la unidad barren revolucionariamente de un plumazo todas las trabas que intenta poner la burguesía, incluido el engaño y sus permanentes mentiras.
La lucha de las clases avanza. La clase está unida en el odio a sus explotadores, a sus “socios” y alcahuetes, y a esta vida miserable. La rebeldía en auge sienta las bases de una ofensiva. Se palpa y se siente. Lo que se demanda son cambios de fondo.