La escalada del dólar no es más que la escalada del precio de los productos, fundamentalmente el de los alimentos. El dólar alcanzó esos delirantes topes, ha explotado en todas las tapas de los diarios, sin embargo el precio de la leche con todos sus infinitos derivados y a modo de ejemplo, sólo es mencionado cuando se habla de inflación en términos de pujas políticas por arriba.
Para la burguesía hablar del dólar y de la inflación es más fácil que hablar del salario. Cualquier argentino ha experimentado que un dólar alto es sinónimo de un salario bajo. A sabiendas de que, como en los años 90, un dólar bajo también era un salario bajo.
Sin embargo el contexto político en que se producen estos fenómenos económicos si bien tienen alguna semejanza con el pasado, lo sustancial en lo que está por venir serán sucesos o resultantes muy diferentes.
En lo inmediato ni la clase obrera ni los trabajadores asalariados cederán en la lucha y la movilización para frenar la escalada de los precios multiplicando las protestas y tras ellas las conquistas. En ese camino se profundizarán los procesos de unidad que se vienen dando. Las metodologías del enfrentamiento se harán cada vez más robustas y organizadas e irán creciendo las huelgas, las tomas de establecimientos en reclamo de lo perdido. La pérdida del poder de compra de todo el pueblo con un dólar alto más la inflación, enervarán el estado de ánimo de toda la población y se ampliarán los hechos de Junín, hostigando los emblemas políticos y toda la institucionalidad incapaz de frenar la anarquía del sistema capitalista.
Cuando la presidente se reunió con los popes de economía el día jueves el centro de su preocupación no fue el dólar alto ni mucho menos, concentraron todas sus preocupaciones en el escenario de la lucha de clases, debatieron políticas desde el miedo a la movilización permanente del pueblo.
Ellos son consientes que el dólar “oficial” favorece la exportación de un sector de la burguesía monopolista a la que este gobierno responde. A modo de ejemplo: un coche que se exporta a ese dólar “oficial” , es competitivo en el mundo gracias a la intensidad de fuerza de trabajo del obrero automotriz, a la explotación que es sometido y a una avalancha de subsidios del Estado a esas empresas trasnacionales que la pagamos todos los argentinos.
Para resolver esa problemática de dólar “oficial” se emite moneda ya que la misma, se nos dice, ayuda al consumo de la población. En realidad ese consumo del que nos hablan puso a los Bancos como los dueños del podio de los negocios, (las cuotas, las tarjetas, los intereses etc.) y sus ganancias superaron las propias expectativas. Pero el festival se está acabando, “las fuerzas oscuras del mercado” actúan y aparece la vida real; la lucha de clases no se hace esperar y genera también una agudización de luchas intermonopólicas. Utilizan herramientas del pasado como el “dólar blue” o dólar paralelo, que es la expresión de la emisión de la moneda devaluada, este dólar traducido en productos lo pagamos todos y también un sector de la burguesía monopolista que hasta ahora se contentaba con los subsidios robados a los bolsillos del pueblo y pagando salarios de hambre, siente en carne propia que para sostener ese subsidio del gobierno hay que emitir más y la escalada no se detiene. Este sector de la burguesía, para fugar los capitales, está obligado a pagarlo en el paralelo y ya los negocios no cierran. Aparecen otros mecanismos para frenar lo que no es posible frenar, la crisis no es solo económica, la crisis es fundamentalmente política y de eso se trata. ¿De qué paritarias, por ejemplo, se puede hablar en este contexto de crisis?
Nos quieren embretar en debates estériles sobre las causas y razones del dólar alto cuando en verdad son millones de fuerzas que actúan sobre una realidad, factores económicos internacionales, factores nacionales como “si emisión de moneda sí, o emisión de moneda no”, sin embargo nada se dice de las implicancias que tiene cuando la mayoría del pueblo argentino se decide luchar por una vida digna en todos los planos, parecería que ese factor no incidiese en ningún fenómeno de crisis económica y de crisis política como la actual.
La burguesía monopolista necesita productividad en el planeta para bajar los salarios pero nuestro pueblo no está dispuesto a tamaña afrenta, entendiendo como productividad en lo esencial, baja de salario. El gobierno deberá acostumbrarse a gobernar bajo aguas turbulentas y ese será el devenir de toda la burguesía; y es en ese camino de enfrentamientos que el pueblo irá convergiendo en una expresión política única que se irá traduciendo en una fuerza capaz de cambiar el rumbo de una historia caracterizada por la “luminosidad de los negocios” y el ostracismo del Hombre.