Los grandes negocios ocupan el lugar de los medios capitalistas. Desde grandes inversiones hasta monumentales fusiones y concentraciones de empresas multinacionales, en petróleo, gas shale, siderurgia, minería, alimentación, biotecnología, automotrices, navegación y transportes, etc.… Todo en un marco de disputas de capitales y en pos de ganancias extraordinarias. La oligarquía mundial no prescinde del capitalismo, ni de sus condiciones, ni de sus reglas de juego, por el contrario los exacerba hasta límites nunca antes vistos, promoviendo la superexplotación de la clase obrera a niveles que superan la suma de los siglos anteriores de su propia historia ahondado políticas de reducción salarial y acrecentando los ritmos productivos. Derribando para ello murallas antes infranqueables de las fronteras nacionales, modificando las estructuras productivas en su seno. Concentrando al Estado burgués y a sus gobiernos como garantes y ejecutores institucionales de sus políticas globales. Promoviendo la depredación de la naturaleza, de sus recursos, la destrucción del medio ambiente, modificando la vegetación del planeta, apropiándose del agua, el aire, el subsuelo, etc.., el reino animal y fundamentalmente promoviendo la destrucción del ser humano a través de sus políticas.
Todos, aspectos reglamentados e impulsados por los Estados a su servicio que conforman las políticas que la oligarquía financiera despliega globalmente en la realización del leitmotiv de la ganancia. Pero el sostenimiento de su marcha destructiva de la vida, de fuerzas productivas y de recursos es decididamente consciente, se enfrenta como nunca antes, no sólo con las consecuencias de sus políticas reaccionarias y sus desastres de todo tipo sino, con el estado de crisis constante que predomina a nivel mundial. La decadencia política de las economías de continentes enteros, los desbarajustes financieros, las estafas mundiales, las guerras políticas y comerciales, las alianzas internacionales de largo plazo que se anuncian con pompa y que duran pocas horas. Es decir, se enfrenta con las tremendas condiciones de inestabilidad y decadencia que el sistema capitalista ha creado y es impotente de resolver.
A tientas y a ciegas y con el sólo afán de la ganancia. Incapaz de resolver, en lo más mínimo, los graves problemas que ha provocado, la oligarquía centra sus esfuerzos más denodados en la superexplotación de la clase obrera, que es la única fuente de ganancia donde pueden abrevar sus objetivos de subsistencia como clase.
Desde las últimos paros en la India con más de cien millones de trabajadores cuestionando al sistema y luchando por el salario, hasta las recientes luchas de los petroleros y metalúrgicos de la Patagonia, los de Salta frente a la multinacional Massalin-Particulares, pasando por las multitudinarias movilizaciones de Grecia, España, Francia, los paros en Alemania, las luchas en Rusia e Inglaterra, los paros e insurrecciones de los trabajadores chinos -el año pasado-, las luchas de los pueblos del norte de África, las del año 2012 que conmocionaron al propio sistema por el alcance de movilizaciones multitudinarias en los más variados países y que desnuda internacionalmente que la crisis mundial política y económica, es producto de su decadencia como sistema de social, como modo de producción.
Nada más banal y demostrativo del derrumbe que padecen, que atribuir la crisis a los desaciertos y malas políticas por fuera de las condiciones materiales en las fueron engendradas. Nada más absurdo que pretender hacernos creer que la crisis es ajena a la lucha de clases. Que es producto del mercado, de la deficiencia administrativa, de la falta de previsiones etc.…etc. de los gobiernos de turno y muchas más frases por el estilo que no dicen nada.
De toda la lista de subestimaciones que posee la burguesía la más inapropiada es la de no atribuir a la clase obrera y los pueblos iniciativa histórica propia, al margen de su dominación. Es el sostenido avance de la lucha de clases a nivel mundial que mantienen la clase obrera y los pueblos con su enfrentamiento y que está poniendo expresamente un grito de basta en su guerra contra los explotadores el que pone en jaque al sistema capitalista. Que se expresa en miles de conflictos diseminados, para usar sus propios términos: por el orbe, que atacan y jaquean, entorpecen, los hacen retroceder, los acorralan. Cientos de millones de trabajadores con sus demandas, con sus luchas y movilizaciones agreden al capital mundial, a la oligarquía, y debilitan seriamente sus planes de explotación. Pero, al mismo tiempo, construyen los cimientos revolucionarios de un cambio que está en marcha. En estas condiciones se desenvuelve el 1º de mayo, lejos del formalismo y el oportunismo de popes y burócratas sindicales y de gobernantes mentirosos que se ponen un ropaje de trabajador que les queda grande.
Al calor de la unidad y la acción de la clase obrera la revolución está en marcha.