US$ 173.700.000.000: El orgullo de la presidenta

“Desde el año 2003 a la fecha hemos pagado ciento setenta y tres mil setecientos millones de dólares con fondos genuinos” (es decir un billete arriba del otro) y por lo tanto “más que deudores recalcitrantes, somos pagadores seriales”, dijo ayer con exultante orgullo la presidenta por cadena nacional.

A esta fabulosa cifra hay que sumarle un promedio de más de 8.000 millones de dólares anuales que se “fugan” del circuito legal (según lo que se reconoce oficialmente), o sea, unos US$ 104.000.000.000 en el mismo período de años. Más las ganancias monopolistas promedios de 40% (unos US$ 190.000.000.000) sobre todo lo producido en el país, lo cual, si sumamos todas las cantidades, haría un monto total de US$ 467.700.000.000, cifra que se acerca al PBI anual de US$ 475.000.000.000.

A estas superganancias que se transfieren al capital financiero internacional (imperialismo) deberíamos sumarle el contrabando de granos, aceites, petróleo, gas, minerales, y otras mercancías que nunca se declaran.

Pero, dejemos de lado, por ahora, todos estos negocios doblemente espurios y ocupémonos de los negocios espurios que reconocen las estadísticas oficiales.

Si a ese PBI lo dividimos por la cantidad de 17.000.000 de trabajadores que somos, obtendríamos una suma anual de US$ 27.900 por cada trabajador, lo que al cambio oficial de US$ 1 = $ 5,00 sería equivalente a $ 140.000, es decir, $ 11.600 por mes por cada persona que trabaja.

Ahora, según las estadísticas más optimistas, de la masa total de asalariados, más del 70 por ciento (11.900.000 trabajadores) gana por debajo de los $ 3.000 mensuales.

El 90 % de los jubilados de todo el país gana $ 2.800 por mes.

Superexplotación, atención sanitaria y educacional superdeficitaria. Transporte público riesgoso e inseguro, podríamos decir, potencialmente exterminador (al contado o en cuotas) de personas.

Población sujeta a escapes de gas y explosiones (como la reciente de Rosario), en virtud de la reducción de costos para los negocios de las prestatarias.

Territorios y fuentes de agua expuestas a la contaminación para la obtención de oro y otros minerales, petróleo y gas, que requieren los monopolios para sus negocios transnacionales.

Envenenamiento de poblaciones y territorios por el uso de agroquímicos. Saqueo de tierras y crímenes contra los pueblos originarios. Productos comestibles de dudosa procedencia o con contenidos insalubres. Medicamentos no confiables o de uso prohibido en otros países por afectar la salud. Narcotráfico y fuerzas de seguridad que atentan contra la integridad del pueblo y defienden los intereses de quienes nos saquean. Y un largo etc., que hace cada vez más insana y peligrosa la existencia de las masas populares.

En suma: miles de millones para la oligarquía financiera internacional y miseria, vida indigna y un futuro peor para la población trabajadora y pueblo argentinos.

Esa es la oferta del sistema capitalista en nuestro país y el motivo de orgullo de la presidenta.

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