Me matan si no trabajo… y si trabajo me matan…

Esta frase de la canción de Viglietti o del documental de Gleyzer, siempre está vigente en el sistema capitalista, en donde si el hombre no vende su fuerza de trabajo, muere de hambre o de miserias, y si trabaja muere por la explotación o condiciones de trabajo. Siempre es así, a veces es más  evidente, como en la fábrica de artículos de PRFV (Plástico Reforzado con Fibra de Vidrio) de Petroplast en Santa Rosa Mendoza, en donde la mayor producción es de caños para agua o cloaca. En donde la resina y sus solventes ya de por sí tóxicos, mucho más la fibra de vidrio, que no se ve, pero se siente en la piel cuando se pega, cuando pincha, cuando lastima. Lo mismo pasa en los ojos, en los pulmones. El calor, el sol en verano, el frio en invierno, las peores condiciones de trabajo, pero lo importante es sacar el producto, como sea, lo más barato y rápido posible, o sea explotando a los trabajadores. Y si para eso se tiene que envenenarlos no hay drama. Si para eso están siempre al borde de los accidentes fatales, no hay drama.

Esto ocurre en esta fábrica, en todas, pero también ocurre con los negocios de los agrotóxicos, donde los aviones fumigadores necesitan banderilleros y por lo general siempre son niños, que terminan bañados en venenos. También ocurre con el polvillo de algodón de las textiles, o los venenos de las mineras, en todas las empresas del sistema capitalista, en donde lo único que interesa es el negocio, la ganancia, es así: “siempre me matan, me matan” diría la canción.

Ahora, cada uno de los obreros que trabaja en esa fábrica tiene nombre, vida, familia, están Ariel, Pedro, Francisco, Cristian, el Pelado, Juan, Daniel y muchos más. Son personas que este sistema los viene matando, su único interés, como dijimos y vamos a seguir diciendo, es el de la ganancia y sacarle el máximo provecho a esa mercancía que es el hombre. Y ya no importa cuánto ganan, porque en este sistema por más que parezca que ganen bien, siempre lo explotan, siempre lo matan, por eso la responsabilidad que tenemos los revolucionarios, es que cada uno de todos estos trabajadores, cada miembro de nuestro pueblo, sepa que existe otra forma de vivir, que hay una salida que es la revolución socialista, en donde el hombre, el ser humano será el centro de la resolución de los problemas, en donde en la producción de una fábrica, lo único que muera sea el capitalismo y la producción destinada a la ganancia.

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