La clase obrera al frente de la embestida popular contra las políticas del gobierno monopolista

Las luchas de los obreros de la Tipoití, y del ingenio San Martín del Tabacal (ver notas de ayer en esta misma página), se suman a los más de 3.000.000 de personas (ver nota en esta misma página de fecha 17-06-16) que, según las estadísticas de la propia burguesía, se han movilizado durante el mes de mayo de este año, a los que hay que agregarles los hechos de Acindar Villa Constitución y Loberas contratista de Siderar en San Nicolás, (sólo por nombrar algunos) que se sucedieron durante el mes de junio.

La clase obrera, topo silencioso de la lucha de clases, va erigiéndose en vanguardia con sus metodologías más avanzadas y contundentes, provocando el efecto absorbente que ejerce en el resto de la sociedad.

Desde siempre, los productores directos de toda la riqueza que existe en la sociedad, han mostrado esa cualidad única que hace que «naturalmente» el movimiento generado por los obreros actúe como un imán hacia el resto de las capas oprimidas de la sociedad. Es que en forma consciente o intuitivamente, los oprimidos ven en ella la fuerza capaz de liderar los procesos sociales que los lleven a buen puerto. Y esa fuerza surge precisamente del papel de creadores de toda la producción existente y por ende, de todas las relaciones sociales que ella determina en el presente y a futuro, en el hoy y en perspectiva hacia los nuevos rumbos que va a ir tomando la historia.

Por eso es deber fundamental para los revolucionarios y, principalmente nuestro Partido, desarrollar las organizaciones políticas de masas en cada fábrica. Hacia ese objetivo está puesta la brújula de la tendencia sindical revolucionaria. Esta concepción que no es un sello y, mucho menos, un nombre el cual hay que agitar, constituye una iniciativa de organización del poder local desde la fábrica hacia las demás fábricas y hacia los barrios y zonas de influencia.

Es la construcción política revolucionaria de la clase sin límites de rama por producción. Un instrumento político necesario para ir tejiendo la unidad de clase en la propia fábrica, en los parques o cordones industriales, y también con el pueblo oprimido en los barrios adyacentes siempre con la mirada puesta en el desarrollo nacional a fin de generar una fuerza capaz de enfrentar y vencer a la clase dominante que cuenta con el Estado y sus instituciones al servicio de lo más concentrado: la oligarquía financiera.

Los pasos dados en los últimos enfrentamientos, y la influencia revolucionaria que en ellos se está ejerciendo, son el camino necesario e ineludible que tenemos que profundizar y generalizar los revolucionarios.

La sociedad capitalista está agonizando históricamente y se requiere hacer crecer la fuerza y la organización capaces de empujarla hacia su tumba junto con la burguesía monopolista que la sostiene e intenta eternizarla, a la vez que va trazando las huellas del camino de salida de este entuerto agobiante que nos conduzca hacia la nueva sociedad que nos permita crecer y desarrollarnos.

No hay tarea más importante que debamos hacer, las cartas están echadas y los hechos tozudos nos marcan el camino a transitar. La memoria de la clase obrera y el pueblo nos traen hasta el presente los efectos que ocasionaron las movilizaciones correntinas estudiantiles en el contexto nacional que desembocaron en el Cordobazo que terminó de tumbar a la dictadura de Onganía en 1969. Ahora se trata de obreros y pueblo movilizados en Corrientes…Los reflejos de la historia están grabados en la memoria de clase de cada obrero de Tipoití.

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