Crisis política en Paraguay

La representatividad de la burguesía monopolista está en crisis. La democracia burguesa enfrenta un clima tormentoso y virulento. Clima que no es exclusivo de algunos países en particular sino del sistema en su conjunto que, acosado por las luchas de los pueblos, desnuda la esencia de clase que lo sustenta.  En medio de este clima plagado de contradicciones, la burguesía monopolista no deja de hacer sus negocios.

Negocios que en los marcos de una crisis estructural irreversible que va desde lo económico a lo social, pasando por lo política, no tiene vuelta atrás. De allí que la competencia monopolista es más feroz y virulenta, las disputa políticas por la dominación de una facciones contra otras más cruentas, el carácter dictatorial y marcadamente reaccionario más expuesto y la respetabilidad de las propias leyes burguesas que han sustentado sus fundamentos mas y mas pisoteadas, a medida que se hace más duro el enfrentamiento a este Estado de putrefacción que destila a cada paso toda la burguesía.

El entramado de negocios de los monopolios con la representatividad institucional de la democracia burguesa, lejos de exonerar la una a expensas de la otra, como en otras épocas, expone sin embargues su interrelación y catapulta la crisis a nuevos peldaños de irreversibilidad, haciendo más nítida la inconsistente dominación del capital. Se podría decir que «el mejor patrimonio de la democracia burguesa» es la profundidad de la crisis política, y se podría concluir también que esta situación se reafirma día tras día.

La jugarreta política de una fracción del partido colorado, con Cartes a la cabeza, y del frente Guazú de Lugo, tiene todos estos condimentos. En el llamado golpe parlamentario se ventilan los negocios sojeros, la producción de marihuana y las inversiones en infraestructura de la reunión del BID. El incendio del parlamento fue en repudio a las maniobras palaciegas pergeñadas entre Cartes y Lugo en función de la reelección, evadiendo sus propias leyes constitucionales que la prohíben habla por solas.

En varias ciudades del país la población salió a las calles para repudiar la maniobra que pretendía imponer un nuevo régimen electoral decidido entre 25 senadores, en una especia de parlamento paralelo. Para después hacer aprobar esta enmienda anticonstitucional como plataforma para las nuevas elecciones del 2018. El repudio y las consignas en contra de la dictadura y la plutocracia disfrazada de democracia no cesan de expresarse, recorren toda la geografía en las calles y en las redes sociales. El pueblo paraguayo, que ya se viene expresando  durante  años en contra de la reelección, fue testigo de una maniobra indolente que terminó con una cruenta represión de la movilización que repudiaba dichas maniobras,  con enfrentamientos a la policía, con muertos y heridos.

Lo que parecía ser un paseo para imponer sus negocios terminó transformándose en una profundización de la crisis política. Las mismas fracciones que intentaron imponer sus dictados salieron a declarar en la voz de Cartes que lo ocurrido fue «un ataque a la democracia», agregando con ello más leña al fuego. La reunión parlamentaria decidida para hoy se postergó por tiempo indefinido y las posibilidades de la reelección quedaron más lejanas aun.

En estos momentos los operadores de toda la institucionalidad burguesa, de la oposición y el oficialismo traman una salida a la apremiante crisis. De esto no puede concluirse que el parlamentarismo volverá a encauzarse por los carriles formales de la democracia burguesa. Por el contrario, viendo sus atributos de clase, sus virtudes mas afinadas son las dictatoriales y lo que se debate en estos momentos es cómo afinar la dictadura de los monopolios. El Estado burgués muestra sus roñas frente a un pueblo que muestra su hartazgo. Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río.

Como señala un comunicado del pueblo paraguayo en lucha: «Solo el pueblo y un gobierno que surja del mismo, de los campesinos, de los pueblos originarios, de las mujeres, de los estudiantes, de los trabajadores, podrá sentar las bases para un desarrollo pleno de nuestro país. Por una Constitución para el pueblo, construyamos Poder Popular».

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