Y si cae Macri… ¿quién viene?

La gran mayoría del pueblo está seguro que así no se puede vivir y que este gobierno no tiene que tener “gobernabilidad”. Se sabe por experiencia acumulada y por transmisión de padres a hijos que, mientras éstos se sostengan, al pueblo le irá peor. Por lo tanto, si cae o no Macri -en todo caso, por ahora- es un problema fundamentalmente para la clase dominante, la burguesía monopolista. Sabiendo que con la imposibilidad de gobernar por la intensificación de la lucha de clases, su caída sería un “final anunciado”.

Para gobernar en éste país se necesita el beneplácito de un sector importante de la población: mucha gente votó a Macri para sacarse de encima al kirchnerismo. Usó la herramienta que tuvo a su alcance. No fue ningún cheque en blanco para realizar desde el nuevo gobierno las tropelías que están haciendo actualmente.

Ese cierto consenso fue “un suspiro”. Para nuestra propia historia política, es el gobierno que menos tiempo ha tenido para alcanzar cierto plafón, incluso para su propia clase.

Desde un plano electoralista, la búsqueda del “mal menor” necesariamente lleva al oportunismo político. No se pone de relieve -ni mucho menos- el papel protagonista de la lucha de todo el pueblo, que es la que obliga a la oligarquía financiera a encontrar mecanismos de engaño para retroceder, crear “nueva” gobernabilidad y, si es necesario, desplegar banderas nacionalistas, patrióticas, liberadoras, etc. Todo para intentar frenar las verdaderas aspiraciones de cambio que anidan potencialmente en el pueblo.

La caída de cada administración de la burguesía lleva implícita la estructural crisis política que cargna sobre sus espaldas. La lucha de las clases se manifiesta cada vez con mayor rigor.

Los revolucionarios pensamos que en épocas como éstas, en donde se intensifica la lucha, la movilización y el enfrentamiento, es importante si cae el gobierno (aunque no definitivo); pero de lo que sí estamos convencidos es que en la hora actual hay dos caminos fundamentales por recorrer.

Por un lado, no dejarlos gobernar intensificando aún más lo que el pueblo ha decidido no dejar pasar; y por otro lado seguir materializando y robusteciendo las instituciones políticas que el pueblo se viene dando desde hace muchos años.

Con esto queremos decir que la Asamblea de democracia directa está ganando un terreno insospechado en la sociedad, cada expresión de lucha está teñida de ésta práctica, se presente de ésta u otra forma. En estas semanas se aprendió en la calle lo que por años estaba en el plano de la prueba y error.

Las salidas electorales que apuntan al “mal menor” soslayan la lucha de clases, la niegan, la minimizan, la subestiman; aspiran de una u otra manera a ser el recambio del rostro ajetreado de la burguesía monopolista.

¡No dejarlos gobernar! ¡No dejarlos mentir! ¡Afianzar la movilización y la  organización! Esa es la política independiente en la hora actual.

 ¡Que los problemas de la clase dominante los arregle la clase dominante, que los problemas de nuestro pueblo los resuelva nuestro propio pueblo! Esto quiere decir que los revolucionarios nos metemos aún más en el fragor de la lucha política profunda.

Estamos planteando que a partir de la experiencia viva de nuestro pueblo, se hace cada vez más imperioso generar las políticas independientes de la burguesía, llámese como se llamen, cuyo eje central pasa hoy por no dejarlos gobernar, golpearlos en todos los terrenos y a la vez fortalecer las instituciones Asamblearias con democracia directa por todos lados.

Por nuestro lado, haremos los esfuerzos en unir todo lo que se pueda unir, para que estos “señoritos” se vayan lo antes posible. Y en ese camino de gran amplitud política, iremos irremediablemente sumando para la revolución que pueda poner en manos de la clase obrera y el pueblo la riqueza que generamos.

De sostenernos en estos principios, que son independientes de los intereses en pugna de cada sector de la oligarquía financiera, el pueblo sabrá castigar a cada administración del Estado monopólico con el mayor protagonismo de las  fuerzas populares movilizadas. Y con ellas, simultáneamente, las fuerzas políticas independientes se irán robusteciendo.

La lucha por el poder de la clase obrera y el pueblo y la construcción de un Estado de esa clase es el objetivo al cual debe subordinarse todo camino. Por ello, alentamos en éstas circunstancias a no dejarlos gobernar, no dejarlos hacer pié, unir y unir para golpear y así, poder dar continuidad y oxígeno a la experiencia que nuestro pueblo está realizando, probando sus embrionarias fuerzas políticas de poder.

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