En Argentina, la reforma laboral “a la brasilera” no llega al Parlamento. Se empantana la burguesía

La reforma laboral llevada a cabo en Brasil es la presea dorada que anhelan los monopolios en nuestro país, pero a la burguesía y al gobierno de Macri, por más esfuerzos que hagan se les escurre como el agua entre las manos, y al parecer, por más propaganda mediática que intenten en el terreno pretendiendo ganar, como quisieran ganar, éste está minado y no pueden avanzar a pesar, y no debemos negarlo, de que algunos logros momentáneos lograron dar en la justicia laboral sobre todo en las nuevas leyes de accidentes de trabajo con el aval del parlamento burgués, o en los últimos acuerdos paritarios con la connivencia del sindicalismo.

Sumado a ello podríamos agregar un crecimiento de la desocupación con recortes de personal o cierres de algunas empresas, y con esto intentan atemorizar con el fantasma de los ’90 (una desocupación que alcanzó cifras escalofriantes de hasta el 27%).

Pero hoy la realidad es muy diferente. Los monopolios tienen negocios en nuestro país. Producir hay que producir. De lo que se trata es de disciplinar para súper explotar, vía ajuste por un lado, y vía legislación laboral por el otro, para que adecuen y garanticen estratégicamente con la  “legalidad” bajo el brazo un mayor sometimiento.

A esto ellos lo denominan “achicar costos” para ser competitivos en el “mundo”, cuando son los mismos capitales reyes del mundo los que producen en nuestro país. O acaso TOYOTA, VOLKWAGEN, CARGILL, MONSANTO, los grandes frigoríficos, etc., etc., no están, por ejemplo, tanto en Brasil como en Argentina? Y solo por citar unos pocos.

Refrescando la memoria, vamos a citar algunos puntos de la reforma laboral votada recientemente en Brasil para que nos demos la simple idea de qué pretenden estos señores:

1-      Acuerdos por sector, empresa e individuos. Los contratos privados pasarán a ser más importantes que las convenciones colectivas.

2-      Vacaciones fraccionadas en tres períodos, y jornadas laborales obligatorias de 12 hs.

3-      Jornadas intermitentes, con pago de salarios sobre una base horaria o por jornada y no mensual.

4-      El teletrabajo como modalidad específica de contratación. El nefasto home office.

5-      Se permite que las embarazadas trabajen en ambientes insalubres presentando un certificado médico que así lo autorice.

6-      Flexibilizar las condiciones de despido. La indemnización no estará atada por el salario. El pre aviso baja a 15 días.

7-      El período de prueba se amplía hasta 120 días con opción a otros 120 días más, y con opción a despidos sin justificación.

8-      El trabajador pagaría las costas si pierde un juicio laboral.

Pero en todo esto, en nuestro país, hay mar de fondo. La burguesía se vio obligada a rebobinar. De hecho ya acordaron políticos, empresarios y gremios que la reforma a la brasilera no pasará por el congreso. Se limitará a los acuerdos de los empresarios con los gremios con el “guiño” del gobierno llegando a la “resolución” de que cada sector deberá procurar su propia reforma, tal cual sucedió con los petroleros en Vaca Muerta. Es decir, llevando a violar los convenios y creando actas acuerdos espurias a espaldas de los trabajadores.

A pesar de ello a la burguesía no le quedó otra en su santa alianza con gobierno y sindicatos, que transitar el vía crucis del debate por sector y por fuera de la ley y la propia legalidad burguesa. A cambio, los sindicatos se llevarían de premio que “no se harán reformas en la Ley de Asociaciones Sindicales y de la ley de las obras sociales”.

Pero lo que los obliga a no avanzar como quisieran y buscar otros caminos está más que claro que es por el ritmo que les impone la lucha de clases. Si bien han logrado asestar golpes a los trabajadores, como mencionábamos al principio, la tenaz lucha de los trabajadores en nuestro país transita un momento en donde la resistencia está debilitando la ofensiva iniciada por la burguesía. Y estos, más allá de los payasos mediáticos, tienen sus generales que piensan en serio, y ya saben que si toda ofensiva se empantana, su oponente se fortalece y adquiere fuerza y la reserva suficiente para ir gestando la contraofensiva. Es decir, la resistencia es tan fuerte que ya los generales lúcidos saben que para ganar la batalla de la reforma a la brasilera no están dadas las condiciones.

Es decir, la intencionalidad de los monopolios es terminar de barrer con todas las conquistas que quedan en pie. Maier, presidente de ADEFA (Cámara de la Industria Automotriz) y presidente de Mercedes Benz, se desgañitó hace un par de meses atrás declarando: “Necesitamos trabajadores polifuncionales. Debemos combatir la ineficiencia. Debemos combatir el ausentismo. Debemos combatir el costo de las cargas sociales. El grueso del personal debe ser contratado. Basta de antigüedad laboral. Uno de 30 años de empresa me cuesta un 40% más. Son unos calientasillas”. Faltó que aclarara el tipo la necesidad de la nueva reforma educativa, que si miramos los puntos anteriores, tal reforma es una obviedad que va de la mano de los planes de los monopolios.

Pero la burguesía con su nuevo flamante gobierno que les hubiera podido dar oxígeno, permitiéndoles intentar esta nueva ofensiva, se terminó empantanando. La resistencia crece.

Las auténticas organizaciones genuinas de la clase obrera y el pueblo en marcha, en este contexto,  a todas estas medidas económicas aparentes, les debemos dar respuestas políticas, partiendo de que la misión histórica de la clase obrera es la destrucción del capitalismo hasta sus cimientos.

Los gobiernos burgueses pasan o caen, pero debemos trabajar para ver la luz al final del túnel. Es decir, que con la lucha y desde la lucha el desgaste del enemigo de clase es irreversible, pero la necesidad imperiosa de una salida revolucionaria pasa a ser una responsabilidad indeclinable de las auténticas vanguardias obreras para empujar desde la movilización, la confrontación y la organización hacia una alternativa política revolucionaria que es lo único que hará posible la irrupción de la clase obrera en la escena política nacional. Y es ahí donde los planes de la burguesía no solo se verán obligados a bajar en sus pretensiones, como ya lo están haciendo, sino que les haremos perder la iniciativa, y ahí sí la balanza podrá inclinarse a favor de la lucha de todo un pueblo en la búsqueda de su emancipación definitiva.

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